La responsabilidad como valor social debe ser aplicada en todos los compromisos que forman parte de nuestra vida y más aún en el desarrollo de nuestra profesión. Desde pequeños, nos inculcan los valores necesarios para llevarlos a cabo en todo nuestro proceso de vida. Se nos menciona cómo debemos actuar frente a una situación, escoger la mejor decisión en cada uno de los aspectos que van llegando a tocar nuestra puerta, a nuestra vida.
Tomar decisiones adecuadas hace parte de nuestra responsabilidad, pero es bien sabido que se pasa desapercibido en múltiples ocasiones de nuestra vida y uno de esos es al momento de elegir correctamente lo que queremos estudiar.
La vocación es uno de los valores fundamentales y de mayor importancia en nuestro proceso de vida. Hoy en día no hace falta hacer un estudio profundo para darse cuenta por uno mismo que muchas entidades e instituciones se encuentran llenas de personas poco profesionales, que no desarrollan adecuadamente su profesión, tanto como para llamárseles “profesional del área”. ¿Será acaso que se han cansado de hacer lo mismo todos los días?
Responder a la anterior pregunta es reformular otro interrogante: ¿estudiaron lo que realmente quisieron ejercer? Existen muchos casos que he conocido a lo largo de mi vida, en los que algunas personas han terminado ejerciendo una carrera que les tocó estudiar, dando así una desmotivación en lo que les corresponde hacer, lo cual pueden incidir en sus labores diarias.
Ocurre también el caso en que algunos jóvenes siguen el consejo de estudiar una carrera escogida por sus padres y por la presión de estos terminan ejerciéndola, pero sin interés de entregarse a su profesión con amor. Este planteamiento lo podemos cotejar con el hecho de que hay personas que no confían en los profesionales de la medicina.
Puede que dicho acto se vea como una ignorancia, pero debemos ser más objetivos y críticos de por qué verdaderamente puede suceder esto; algunos jóvenes ejercen carreras no por pasión sino por moda o propósitos lucrativos, sin medir las consecuencias en el ejercicio de su carrera.
Para algunos, los hospitales no se ven como un centro de recuperación por la desacertada forma con la que se actúa en los procedimientos y aunque pueda ser por errores médicos, también es por falta de amor y pasión por lo que se hace.
Lo anterior es un claro ejemplo de lo que puede suceder cuando estudiamos no por vocación, sino por lo que nos puede generar en ingresos dicha profesión, con una visión mercantilista, estudiando y trabajando por ende en algo que se eligió ejercer de forma irresponsable. Si actuamos correctamente elegiremos responsablemente lo que de verdad nos apasiona estudiar para en un futuro ejercerlo.
Es probable que aquella profesión que nos apasiona en el mundo laboral en un comienzo no sea remunerada como queremos que sea, sin embargo, si amamos lo que hacemos jamás nos cansaremos de perfeccionarlo. El progreso personal y profesional se logra por un esfuerzo constante de dar lo mejor cada día.
Decía el historiador y escritor Tony Judt “Cuanto más inteligente es un muchacho, más probable es que elija una carrera interesante con un sueldo razonable en vez de un trabajo que solo estuviese bien remunerado”.
Es importante reflexionar que hay carreras que, aun cuando no son lucrativas, contribuyen el desarrollo de la humanidad, como aquellas relacionadas con las ciencias humanas. Desde este punto de vista terminan siendo más lucrativas en lo que generan en la sociedad que el mismo dinero, transformando al mundo desde lo social.