En las recientes manifestaciones estudiantiles por el aumento del presupuesto para la educación pública, que en algunas ocasiones se han tornado violentas, atacando medios de comunicaciones, quemando policías, destruyendo cajeros bancarios y otras formas de vandalismo, los llamados grandes medios con cierta inocencia denominan a los que realizan dichos actos como “desadaptados”, asimilándolos a unos loquitos que no saben lo que hacen.
Claro que saben lo que hacen, están adoctrinados por la ideología más criminal que conoce la historia en todos los tiempos: el marxismo. Su referente más cercano lo tenemos con el Che Guevara, quien decía: “al enemigo hay que impedirle que tengan un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego, atacarlo donde quiera que se encuentra, hacerle sentir como una hiena acosada” y “El odio como factor de lucha, el odio intrínsecamente al enemigo”. ¿Quién es el enemigo? Pues el que no es del proyecto liberticida comunista. Con eso está patentado que el adoctrinamiento totalitario en los centros de educación pública viene desde hace varias décadas, y la sociedad y el Estado no han tomado cartas en el asunto para dar la lucha ideológica como corresponde.
En la democracia la protesta social es un fundamento de las libertades individuales, pero en la actual coyuntura en donde el gobierno nacional enfrenta grandes retos ante la ola de movilizaciones por varios motivos, como es el caso de la ley de financiamiento o reforma tributaria, las organizaciones populares de orientación civilizada y republicana no se deben someter a la agenda mamerta, que de manera oportunista pretende pescar en río revuelto para cumplir con su estrategia de caos, ya que a las corrientes marxistas leninista no les importa el bienestar de la población, sino utilizarla para sus intenciones malsanas.
Frente a la lucha social, el sector de los mamertos, con todos sus aparatos y siglas, busca que las actuales protestas se conviertan en una especie de huelga política general al mejor estilo leninista, a la espera de un día de suerte, impulsando el aventurerismo. Sin embargo, hay estructuras democráticas populares con bastante madurez que no se deben dejar llevar de los cantos de sirena de los extremistas.
La lucha que libran organizaciones populares y sindicales en la presente situación nacional no puede ir a la zaga de las intenciones politiqueras de la llamada izquierda, porque la gruperia marxista no representa los intereses de la población, aunque ladinamente hacen presencia en la dirección de estamentos sociales. Entonces no hay que dejar la justeza de la protesta en manos inescrupulosas del comunismo totalitario, que busca mediante la confusión llevar al país hacia el abismo.
Para dar solución al inconformismo ciudadano que hoy está presente en Colombia, el gobierno del presidente Iván Duque debe retirar la ley de financiamiento o reforma tributaria, que aumentaría el desempleo, disminuiría el consumo en los hogares, dispararía la inflación e incrementaría los intereses bancarios, lo que provocaría una recesión económica que sería difícil de soportar por parte de la población; por ello la concertación y el diálogo social son las mejores herramientas para salir de las dificultades por las que atraviesa el país.
Es indudable que existe una conspiración por parte de los enemigos de la democracia, que todavía no quieren reconocer la derrota que se les propinó en el mes de junio con Iván Duque, pues estaban confiados de que Colombia caería en las garras del castrochavismo o socialismo del siglo XXl con Gustavo Petro, a quien el gorila venezolano de Diosdado Cabello le hace una pantomima tratándolo de guabinoso, cuando simplemente esa es una pelea de comadres.
La defensa de las instituciones es fundamental para el bienestar de todos los colombianos, de ahí que hay que denunciar las acechanzas del comunismo totalitario que con métodos terroristas busca crear el desconcierto con los encapuchados en las movilizaciones estudiantiles, los cuales están adoctrinados por grupos guerrilleros llámense Eln o Farc, porque indiscutiblemente el marxismo es intrínsecamente terrorista.