La "Vida Slow" (despacio) es un cambio cultural hacia la desaceleración de nuestra forma de vida con un mayor disfrute de la misma. Basándose en una vuelta hacia la revalorización de los afectos, la realización de actividades placenteras. La clave reside en saber tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la carrera diaria. Pero a la vez saber detenerse y disfrutar de un presente prolongado que en demasiados casos queda sepultado por las obligaciones del futuro más inmediato
Es lo que ocurre en nuestra vida cotidiana con poca visión “slow”, incorporada en nuestro comportamiento. Por ello nació en Colombia la Fundación DESPACIO (http://despacio.org/), comprometida con mejorar la calidad de vida a través de acciones para que la gente se sienta bien, basándose en el movimiento Slow (Slow Food, Slow Living, Citta Slow, etc). Su gestor principal se llama Carlos Felipe Pardo, un joven profesional investigador en temas de urbanismo, movilidad y políticas de desarrollo humano sostenible.
Con base en estudios rigurosos DESPACIO promueve los efectos beneficiosos de una actitud pausada, bien razonada y segura. Impulsa y ejecuta proyectos para humanizar nuestras ciudades como la peatonalización, la promoción de proyectos de bicicletas públicas, la implementación de sistemas de transporte no contaminantes (E-charsharing) y el impacto de la filosofía Slow en la mitigación el cambio climático.
La cultura Slow es una fuente de placer, útil para alejarse de una vida estandarizada sometida por una velocidad que erradica nuestra capacidad para disfrutar del momento esperado cuando este por fin asoma. En esta era tecnológica las cosas más importantes de la vida deben ser tomadas con más calma. Por ello Pardo tuvo la iniciativa de realizar una actividad masiva y rápida que rompiera cualquier paradigma con el objeto de demostrar que allí donde están los puntos más críticos de la ciudad como el caótico TransMilenio, cambiar de un tajo la visión, percepción y el sentimiento es posible. Para ello pacientemente con todo su piloso equipo, este joven científico de lo urbano diseñó un Flashmob (inusual actividad instantánea grupal con objetivo preciso), para intervenir la dura rutina del masivo bogotano. Convenció finalmente al Coro de Cámara de la Universidad Javeriana, cuyos integrantes de paisanos se acomodaron de manera desordenada y ante una sutil señal de su director regalaron los dos minutos más gloriosos que haya vivido el TransMilenio a través de la interpretación vocal de una hermosa obra que duró menos de dos minutos. Un precioso momento Slow transportando a sus beneficiarios más allá de la realidad bogotana, como viajando en el más bello “AVE” español.
Un trabajo en equipo de la Fundación Despacio, cuyo líder, Pardo, es un experto admirable, consultor internacional que anda por el mundo con sus prédicas pragmáticas para transformar y mejorar las ciudades. Es bogotano, por lo tanto cualquier alcalde de esta metrópoli debería jugársela por tenerlo como uno de sus asesores, aunque en lo personal no lo necesite. (Me la juego por su virtuosismo). Los sublimes dos minutos “Slow” regalados a Bogotá, son una muestra como pequeñas acciones innovadoras pueden desencadenar grandes transformaciones en el comportamiento humano.