Dejemos de enseñarles a los jóvenes que sus vidas y su felicidad se reducen a una miserable hoja de vida…porque si la hoja se pierde, no podemos quedar sin vida.
Todos queremos ser felices. Unos sienten que son felices creando empresa, otros enseñando, otros matando, otros teniendo hijos, otros acumulando dinero… en fin, la combinación de sabores es infinita, pero la realidad transversal es que todos buscamos la felicidad.
Entonces surgen varias preguntas:
¿Qué es felicidad?
¿La educación actual me enseña a ser feliz?
¿Cuánta educación es suficiente para lograr esto?
¿Se puede ser feliz sin educación?
Ponernos de acuerdo en qué es felicidad no es necesario, con estar de acuerdo que todos buscamos (de una u otra manera) ser felices, es suficiente.
Si la educación enseñara a ser feliz, no habría tanta violencia, tanta corrupción, tanta agresividad en el tráfico, tanta violencia intrafamiliar, tanto consumo de alcohol y de sustancias psicoactivas. Si la educación enseñara a ser feliz, los países más desarrollados serían los más felices. Sin embargo, los rankings de felicidad muestran lo contrario.
Es muy triste ver cómo los jóvenes van detrás de especializaciones, de maestrías y de PhD por inercia y no porque estén buscando ser felices. Les he preguntado a varias personas por qué quieren hacer un posgrado y ninguna, repito, ninguna me ha dicho que la razón es porque quiera ser más feliz. ¿No es esto triste? Las respuestas más comunes son para conseguir un mejor trabajo, para lograr un ascenso en el trabajo actual o para recibir un aumento… en fin, para la hoja de vida.
¿De qué me sirve una magnífica hoja de vida y un magnífico trabajo si estoy sobreviviendo y no viviendo?
¿De qué me sirve saber tres o cuatro idiomas si no tengo una buena comunicación con mis padres, mi pareja, mis hijos o inclusive conmigo mismo?
¿De qué me sirve un MBA o un LLM o cualquier maestría si no sé manejar la rabia o si soy impaciente con los demás o si no puedo decir “lo siento” o si no sé compartir?
¿De qué me sirve tener un supercargo y un megasueldo si lo único que me motiva es el dinero y si nunca tengo tiempo para mí, para mi familia o para disfrutar el dinero que acumulo?
¿De qué me sirve cumplir muchos logros y tener mucha gente a mi cargo si mi vida es una rutina o si no sé agradecer todas las cosas buenas que tengo a mi alrededor?
Aunque todos los exámenes de laboratorio estén bien, un paciente puede estar gravemente enfermo. ¿Enfermo de qué? Enfermo del alma, de la vida. Los exámenes están bien pero el paciente está sufriendo. De igual manera, nuestras hojas de vida pueden estar bien, pero nuestras vidas están llenas de preocupaciones y carecen de sentido.
Además, si solo pensamos en embellecer nuestras hojas de vida, dejamos de aprender a tocar un instrumento, de hacer cosas por simple placer, de estudiar acerca de temas que nos interesan y que nos llenan pero que no sirven para un ascenso laboral.
Mientras sigamos estudiando para mejorar nuestra hoja de vida pero no para mejorar nuestra vida, ¿qué sentido tiene vivir?
Decidamos: ¿Queremos una buena hoja de vida o mejorar nuestra vida? ¿Queremos más títulos o queremos ser felices?
Dejemos de enseñarles a los jóvenes que sus vidas y su felicidad se reducen a una miserable hoja de vida… porque si la hoja se pierde, no podemos quedar sin vida. ¿Qué libertad tiene una persona si su vida se reduce a una simple hoja tamaño carta?