A veces creo que es un problema de calidad, pero todo lo que saca Netflix con sello colombiano es horrible. Debe ser porque somos un público tan obtuso que la película más vista en la historia de Netflix en Colombia, la Red Avispa, fue la peor calificada por los críticos en el 2020. No tenemos criterio ni estética, todo es francamente horrible. Pero Netflix no nos ayuda y, con excepción de Distrito Salvaje, todo ha sido horrible. Incluso hasta osaron comparar el ajiaco con el ceviche. El ajiaco nos gusta porque es un gusto aprendido, pero para un europeo es mucho mejor comerse un plato peruano que esa sopa espesa. Las encuestas sobre la comida preferida de Latinoamérica nos hizo quedar como un zapato. ¿Por qué no preguntaron por nuestras empanadas vallunas deliciosas, por nuestras papas rellenas?
Nada más miren Chichipatos. Una serie con un humor precario, casi que subnoraml, chabacano, cero producto de exportación. Perdida, otro bodrio innombrable filmado en el país, además pues de Pasión de Gavilanes, una telenovela que ha envejecido mal y que no sólo nos hace ver como ignorantes sino como machistas y homofóbicos.
¿Será que somos eso visualmente? ¿Que no es culpa de Netflix? Acá existe un cine y una televisión de calidad reflejado, por ejemplo, en la Venganza de Analía, no se ve eso en Netflix. Es puro Ricardo Quevedo y su esposa, puras cosas mal hechas. No, Netflix debe adentrarse más en el sentir popular, conocer que somos más que el paseo y esas bobadas tipo Sábados Felices. Ya estoy mamado que nos trate como si fueramos unos ignorantes aunque me aterra aún más creer que no somos más que eso que nos muestra Neflix.