Con la rebelión dentro del Partido Conservador, la contienda por la Presidencia de la República empieza a tornarse interesante. Martha Lucia Ramírez, puede no ser la más carismática, ni la más popular de las candidatas, pero hay que reconocerle su persistencia, su tenacidad y sobre todo la capacidad que tendría de traer consigo otras fuerzas políticas y sociales distintas a las de su propio partido, de manera que compense las que se marcharían a seguir disfrutando la mermelada santista. El sentimiento que dejó en la convención es que con estos ingredientes podrían soñar con pasar a la segunda vuelta y convertirse en opción frente a Santos. ¿Difícil? Si, pero no imposible.
Por el lado Verde las cosas también van mejorando. Peñalosa por fin se decidió a recorrer el país, entrar en contacto, no solo con el pueblo, sino con sus candidatos al Congreso y esto ha entusiasmado las bases de la Alianza, que despertaron de la modorra y se metieron de lleno en la campaña. La consulta de la Alianza, que se realizará el mismo día de la elección de Senado y Cámara, dará sin duda empuje a esta votación a pesar de que los otros dos candidatos que disputan esta candidatura presidencial son ilustres desconocidos, con muy baja posibilidad.
Peñalosa, un hombre preparado como el que más, también sueña con pasar a la segunda vuelta y atraer sectores distantes, entre ellos los mockusianos, los petristas y por supuesto la izquierda más radical como el Polo, la UP y Marcha Patriótica, sin olvidar las buenas relaciones que ha mantenido con el uribismo. De pronto Peñalosa logra el mismo milagro que el paro campesino, unir en la misma causa a Robledo y Uribe… milagro, es milagro.
El triunfo en la consulta verde como está planteada hasta el momento, sería de Peñalosa, sin embargo se rumora que podría entrar en esta disputa Eduardo Verano de la Rosa, un candidato de toldas liberales, exgobernador del Atlántico y exministro de Medio Ambiente, que de llegar les competiría con fuerza. Una consulta con candidatos más fuertes que los que hay ahora, sería mejor para la Alianza y fortalecería al que resultara escogido. Por el contrario, una consulta sosa, sin ninguna sorpresa, quedaría apenas como un trámite estatutario sin mayor valor estratégico.
Por el lado de la U, Partido Liberal y Cambio Radical, las cosas ya están jugadas por la reelección. La convención estatutaria de la U ya le entregó el aval a Juan Manuel Santos que solo espera la confirmación de los otros dos partidos para presentarse como cabeza de una coalición con maquinaria apabullante. Allí no habrá ninguna sorpresa a no ser la escogencia de la fórmula vicepresidencial. Vargas Lleras, Cecilia Álvarez o el general Naranjo son los nombres más escuchados. El picante lo pondría, sin duda, la ministra de Transporte, costeña como Verano de la Rosa, mujer como Marta Lucía Ramírez y técnica como Peñalosa.
En las toldas uribistas las cosas también podrían moverse para sacudir la modorra que ha representado la candidatura de Óscar Iván Zuluaga, un buen hombre que sin embargo no conecta con sus electores, ni convoca nuevas fuerzas. La gente lo ve como un clon de Uribe pero sin el picante del expresidente. ¿Buscarán nuevos nombres? ¿Se acercarán a otra candidatura? La opinión pública está a la espera de alguna sorpresa que reviva las opciones del Centro Democrático.
Finalmente las candidaturas de Clara López y Aída Abella, tan importantes para la izquierda pero tan insignificantes en las encuestas, seguirán en su lógica: No importa llegar, lo que importa es representar unas ideas.
Lástima que se desaproveche la oportunidad de luchar por el poder, como ha repetido hasta el cansancio León Valencia. Hacer coalición con Peñalosa o con el que resulte de la consulta de la Alianza Verde sería un acto de grandeza para sectores de centro y de izquierda. Pero eso es pensar con el deseo, porque nada parece indicar que el Polo o la UP se vayan a mover un centímetro de sus viejas y radicales posiciones.
Aunque ya hay muchas cosas claras en la disputa presidencial, falta todavía una que otra sorpresa para agregarle sabor y picante a esa sopa insípida que se estaba cocinando en el Palacio de Nariño: la reelección de Santos en la primera vuelta.
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