El Presidente Duque pasa serias dificultades al frente de su cargo. Si bien resultó elegido por el más alto número de votos obtenido por cualquier aspirante a la Presidencia, una vez en el gobierno ha logrado desbaratar tal patrimonio en tiempo récord. Recién completó sus primeros 100 días de gobierno, pero es evidente que su prestigio, si alguna vez lo tuvo, se ha ido a pique.
Nada le sale bien, es tanto así que la extrema del Centro Democrático, el partido de Uribe, ya comenzó a ponérsele en contra. En una increíble demostración de malabarismo político, ahora sucede que de la reforma tributaria que propuso su ministro de Hacienda, Carrasquilla, el único culpable es Duque, el terco que quiere gravar con el IVA a los más pobres.
Nadie en su partido quiso echarse al hombro la responsabilidad por la extensión del IVA a la canasta familiar. Uribe señaló su inconveniencia, Duque mismo negó haberlo propuesto nunca. Su partido dice no estar de acuerdo. Pero aunque el propio Carrasquilla se presentó al Congreso a defender abiertamente su propuesta inicial, su partido y su jefe prefieren obrar como si no lo oyeran.
Que pague Duque, él verá. El Presidente ha dejado en evidencia que no decide, que no gobierna, que hay otros que mueven los hilos por encima de él. Con un serio agravante. Iván Duque llegó a la Presidencia porque un importante sector de colombianos le tuvo miedo a Petro, no quisieron arriesgarse a una aventura de izquierda que veían casi encima.
El presidente ha dejado en evidencia que no decide,
que no gobierna,
que hay otros que mueven los hilos por encima de él
Lo de Venezuela asustó a muchos, es cierto. Pero no significó automáticamente un apoyo cerrado a los actos del nuevo gobierno. En esa extraña lógica que ha madurado en la mente de tanto compatriota, resultaba más aconsejable enfrentar las posibles políticas neoliberales y de fuerza de un Duque manejado por Uribe, que las imprevisibles medidas socialistas de un Petro.
La repetida alharaca uribista condujo a eso. Perdió la Colombia Humana, pero no al precio de permitir que Duque y su patrón pudieran hacer lo que quisieran. Uribe lo sabe, por eso ha comenzado a ponerse una máscara. ¿Cómo enfrentar la masa de estudiantes, profesores, trabajadores y defensores de la educación pública que de pronto brotaron al escenario?
Si no hay diálogo con ellos, si la respuesta es la represión, el condenado a pagar los platos rotos es Duque. Si Guacho y su combo siguen haciendo de las suyas, si secuestran, si matan, si extorsionan, el culpable resulta siendo Duque, por no soltarle las riendas al Ejército y la Policía. Cualquier gesto de prudencia de su parte, entra de inmediato en el campo de la debilidad.
La tolerancia, por increíble que pueda parecer, pasó a convertirse en destacada actitud de su jefe político. Ya dijo que los senadores de Farc realmente quieren la paz, que les habla con mucho respeto, que prefiere ver a un colombiano en el Congreso y no en la cárcel. Extraño Uribe ese. Es claro que intuye que Duque se le está quemando rapidísimo y que hay que ponerse un disfraz.
Que Duque responda. Por haber incumplido su promesa de no cobrar más impuestos. El Centro Democrático asume la actitud de Pilatos. Lo contradice públicamente, se lava las manos, en una maniobra que puede costarle mucho. Ahora quieren echarle encima el océano de coca que se tomó enormes regiones. Por su falta de acción militar.
Y hasta el hecho de que el Consejo de Estado haya suspendido cualquier gestión en pro de establecer el fracking en el país. Para la derecha uribista se trata de un negocio de marca mayor, sin importar los daños medio ambientales y los dramas humanos que cause. Duque se había declarado a su favor. Ahora no puede cumplirles, los tiene muy molestos.
Es claro que Duque carece de mayorías en el Congreso. Que tiene que negociar con liberales, conservadores, cambiorradicales, la U y demás. Por eso, pese a haber prometido reiteradamente que durante su gobierno no habría mermelada, ahora tiene que tragarse que su partido proponga una reforma para revivir los auxilios parlamentarios y poder comprar apoyos.
Por eso se le hunden sus proyectos de reforma. A duras penas consigue que con ellos se hundan también los respaldados por los sectores democráticos, como la reforma electoral y las circunscripciones especiales, sin percibir el altísimo costo político que significa todo eso. El escenario para la lucha política se plantea muy atractivo.
La derecha uribista se hunde sola. Y era el coco. Ya comenzaron a llegar a la capital los emberás del Chocó desplazados por el paramilitarismo, a quienes el gobierno despreció de manera inaudita. Los seguirán de otras regiones, al igual que los campesinos que claman por la Reforma Rural Integral y la sustitución de cultivos pactada en La Habana. Pronto marcharán las mujeres.
Esto se está poniendo bueno.
Publicada originalmente el 16 de noviembre de 2018