A comienzos de 2003, el comandante de la Fuerza Aérea, general Héctor Fabio Velazco, citó una rueda de prensa para presentar los resultados de una operación militar cumplida en el costado oriental del río Duda, abajo del caserío de La Julia. Con videos tomados desde el aire, el general explicó cómo sus unidades habían bombardeado y ametrallado un campamento de las Farc y propinado un golpe contundente a las mismas.
En realidad, la noche de ese seis de enero, la Fuerza Aérea bombardeó y ametralló el lugar en el que durante el día, los vecinos de esa vereda habían estado celebrando el día de Reyes con un sancocho y un baño en río. Por fortuna la comunidad ya se había retirado, de manera que sólo la vegetación y las paradisíacas playas del río Duda sufrieron la embestida. Alguien debió haber informado a las autoridades que el paseo era una fiesta guerrillera.
Rememoro este episodio con ocasión de la reciente operación realizada contra una comunidad campesina en la vereda El Remanso, de Puerto Leguízamo, en el Putumayo. Hace 19 años estaba dando sus primeros pasos la denominada Seguridad Democrática de Álvaro Uribe Vélez. Hoy, en cambio, se acerca cada día más a su final la política de Paz con Legalidad del gobierno de Iván Duque. Una y otra tienen las mismas características.
En rueda de prensa las autoridades militares presentaron al país, que en un golpe certero el Ejército Nacional había logrado dar de baja a 11 integrantes de las disidencias de las Farc y capturado a otros cuatro. Contrario a la situación de hace dos décadas, gracias a las redes sociales, se pudo conocer que los hechos y resultados eran muy distintos. Lo que habían atacado era un bazar de la comunidad.
Con el fin de recaudar fondos, la junta de Acción Comunal de la vereda había programado la actividad comunitaria, que como es habitual en las comunidades campesinas terminó convertida en una larga y alegre fiesta de más de un día. Algún informante pasó el dato de que se estaba celebrando una reunión del grupo residual Frente 48, lo cual originó un asalto a la actividad por parte de tropas del Ejército Nacional.
Uno puede pensar que cabe la posibilidad de que integrantes del grupo residual se encontraran en el lugar, mezclados con la población campesina. Se trata de lejanos parajes rurales en los que los grupos armados son la ley, y en los que nadie puede darse el lujo de rechazarlos. Según versiones, los del Ejército afirmaron que iban tras un tal Bruno, así que es de pensar que contaban con alguna información sobre esa presencia.
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Según versiones, los del Ejército afirmaron que iban tras un tal Bruno, así que es de pensar que contaban con alguna información sobre esa presencia
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Incluso se menciona que francotiradores lo tuvieron en algún momento en la mira, sin haber conseguido darlo de baja. De hecho, uno de los asistentes a la fiesta fue detenido y aislado a un lado cuando las tropas coparon el lugar, bajo la acusación inmediata de ser Bruno, cosa que él mismo y la comunidad sobreviviente lograron desmentir. Otros no contaron con la misma suerte, el presidente de la Junta de Acción Comunal y su esposa.
Al igual que el gobernador del cabildo indígena, varios campesinos reconocidos y algunos menores de edad. Los relatos de la comunidad coinciden en señalar que un grupo de hombres armados con fusiles llegó intempestivamente al lugar, disparando en forma indiscriminada contra los presentes, e incluso rematando a varios que cayeron heridos al suelo. Vestían camisas negras y llevaban el rostro cubierto. Tras cometer la masacre se retiraron rápidamente del lugar.
Enseguida hicieron aparición los helicópteros de los que desembarcaron los soldados que llegaron al lugar preguntando dónde estaban los guerrilleros. Según afirman en las redes sociales varios de los presentes, los hombres que dispararon a la comunidad abordaron los helicópteros y fueron evacuados del área. Todo indica que hacían parte de la misma operación, aunque ahora intenten perturbar esa información con declaraciones airadas.
Habrá que esperar que la Fiscalía investigue. Dicen que los primeros hombres de esta entidad llegaron al lugar cinco días después. No sería extraño, se conocen bien las inclinaciones del fiscal general Barbosa. También en los tiempos de la Seguridad Democrática contaron con fiscales de bolsillo, Luis Camilo Osorio y Mario Iguarán. Nunca se supo que esas Fiscalías presentaran resultados objetivos de alguna investigación por hechos de sangre similares.
Mientras escribo esto, leo en redes que en Quibdó se presentó anoche otro hecho de sangre, producto de la guerra abierta que libran las AGC, los zetas y los mexicanos en las narices de las autoridades. Al menos doce muertos, dicen. Sería la masacre número 32 en este año, en el que además han sido asesinados 50 líderes sociales y 13 firmantes de paz. No podemos seguir así, requerimos un viraje, y éste sólo puede darse con Petro, Francia y Cambio por la Vida.