Uno de los peores vicios de la humanidad dentro de este sistema es el ansia desesperante de amasar fortuna. En muchos individuos esta es la meta final de sus vidas, sin dicha acción mezquina y totalmente criticable, la vida de estos carecería de valor, y el fracaso económico se convierte en el peor de los miedos, no solo por considerar que se pone en peligro su existencia, sino porque el estatus del amasador profesional de fortuna ayuda a mantener inflado el ego, aunque muchos desean posar de humildes y benefactores de pobres, sabiendo que lo hacen para mantener una imagen ante el mundo, luego, no es secreto que tener dicha imagen limpia y aprobada por el aplauso social trae más réditos económicos, más prestancia y más prensa.
La fama y las luces poderosas que iluminan falsamente a estos personajes enceguecen la cordura y obtienen de ellos, individuos de la especie humana, lo más mezquino y arrogante que dicha especie puede mostrar. Es inevitable sentir desprecio por dichos individuos que ven a un altísimo porcentaje de seres humanos hundirse en la inmundicia, en el desespero, el hambre, en pocas palabras, en la miseria sin sentir un mínimo de culpa; es inenarrable que un personaje como Lionel Messi, por citar el más reciente y escandaloso rubro que se embolsilla, se moleste y denuncie ala prensa por haber publicado el gran capital que el Barcelona F.C. debe sacar para fortalecer aún más una falsa modestia que solo sus defensores de la prensa argentina, se atreven a justificar. Más de 555 millones y medio de euros en cuatro años para una sola persona, sea quien sea, es equivalente a un acto de humillación al resto de la humanidad, sobre todo a aquellos que tienen hasta que pedir prestado el suelo que pisan para caer muertos como moscas producto del hambre y las enfermedades.
Algunos cafres dirán que se ha ganado bien el sueldo. ¿Pensarán en serio?, ¿creen que darle patadas a un balón merece exorbitantes sueldos cuando hay profesionales de otras ramas como la salud y la docencia que sufren en buen porcentaje la persecución laboral y económica de parte de sus explotadores?, ¡Y los ingenieros, arquitectos, trabajadores sociales, desarrollistas familiares, administradores y contadores!, ¿no aportan más a la sociedad que un simple futbolista?
Aquí no se está haciendo una crítica injusta al negocio del fútbol, pues, antes que deporte es un negocio, por cierto, permeado por un altísimo grado de corrupción; es más que justa dicha crítica ante la manera desproporcionada con que pagan a una sola persona por trabajar para un montaje rocambolesco como lo que representan hombres como Messi, Cristiano Ronaldo, James Rodríguez y otra gama de falsas figuras y diosecillos con pies de barro. ¡Sencillo señores!, esto es vulgar y humillante, desconcierta, genera un prurito que difícilmente se pasa al pensar en el astronómico sueldo de estos personajes elevados abruptamente a la condición de intocables de un sistema cada vez más miserable y borracho de dinero.
Estos amasadores de fortuna son seres feroces e insaciables. Aprenden a ignorar el hambre del otro, y si la sacian, no lo hacen siguiendo una norma tan simple como el del sencillo desprendimiento, lo hacen para sacar el pecho, para rehacerse como imagen cada vez que un bocado de pan sale de su bolsillo, bocado que antes de llegar a la boca del infeliz es expuesto por el reflector que ayuda a magnificar la función. Todos ellos, falsos mesías que conquistan una turba enamorada de sus heces y que se saciarían de ella con gusto infinito por el solo hecho de ser de sus ídolos vástagos del engaño. Víctor Hugo en Los Miserables anota que:
Humanidad es identidad. Todos los hombres son del mismo barro. No existe diferencia por lo menos en este mundo, respecto de la predestinación. La misma sombra antes, la misma carne ahora, igual cenizas después. Pero la ignorancia mezclada con la pasta humana, la ennegrece. Esta incurable negrura se apodera del interior del hombre y se convierte allí en el mal (p. 377).
El sueldo del señor Messi en pesos colombianos, para que nos demos una idea, es de unos 2.360.875.000.000 de pesos (esto se traduce en billones de pesos colombianos). El mismo barro del que está hecho este personaje también sufre hambre en otros seres humanos despreciados por no tener la misma fortuna del futbolista. Es ahí donde los seres humanos debemos crear, o no sé si mejor suena generar conciencia.
Algunos dirán justificando el sueldo: “de malas los pobres, Messi no tiene la culpa” y seguramente son pobres quienes lo defienden a capa y espada enceguecidos por la ignorancia, el egoísmo y el sinsentido que gobierna sus vidas, pues, aunque defienden a su dios, ese dios mismo nunca se interesará por la miseria en la que vive su adorador ignaro.
No es tan solo el caso de Lionel Messi, tan vergonzoso y vulgar como su sueldo ganado por cuatro años, el informe Oxfam de 2021, haciendo un análisis de la pandemia que nos agobia, descubrió que la desigualdad económica aumenta en prácticamente todos los países del mundo, y es así como la directora del FMI, un representante de las élites más nocivas y rancias del mundo, tuvo que aceptar que dicha crisis pandémica: “Tendrá un impacto profundo […] el incremento de la desigualdad generará agitación social y económica, dando lugar a una generación perdida en la década de 2020; las consecuencias de todo ello perdurarán en las décadas siguientes” (p. 8).
Y es que, si bien todos los seres humanos han sufrido la crisis, también es cierto que los mil hombres más adinerados del planeta solo tuvieron que esperar nueve meses para recuperar las pérdidas producidas por la COVID-19: “mientras que para las personas en mayor situación de pobreza del mundo esta recuperación podría prolongarse catorce veces más, a lo largo de más de una década” (Oxfam, 2021, p. 8).
En febrero del año 2020 la riqueza que habían acumulado estos mil archimillonarios había bajado a un 70,3% en marzo, y en el mes de noviembre del mismo, había una recuperación sobre el 99,9%. Nunca pierden nada así pierdan mucho, pues, los gobiernos, giraron miles de millones de dólares a sus arcas con el objetivo oficial de salvar la economía (de ellos) mientras a las clases populares lo único que se hizo fue acorralarlas con cuarentenas, poniendo barreras insalvables para el trabajo, y utilizando, solo de vez en cuando, palabras de motivación que de nada sirve para una realidad tan tangible como la fatiga estomacal, las lombrices y el pálido color de piel que genera el hambre. Eso sí, mucha fuerza pública para multar al arrastrado y ofrecerle bolillo. ¿Que no digan los pobres que no se les lleva la democracia a las calles?
Los 10000 millonarios más acaudalados de la Tierra con sus fortunas acumuladas hubiesen podido calmar el hambre y la pobreza de los desarraigados del mundo durante la parte más álgida de la crisis, haber patrocinado la vacunación de todos los habitantes del planeta y hubiesen seguido siendo archimillonarios, mientras que: “la pandemia [pone] de relieve el hecho de que, para la mayor parte de la población mundial perder tan solo un ingreso supone caer en la miseria” (Oxfam, 2021, p. 12), dato que se aplica a seres humanos hechos del mismo barro de Messi o los 10000 millonarios del mundo, pobres que tienen que vivir: “con tan solo entre 2 y 10 dólares al día” (Oxfam, 2021, p. 12), que a menudo habitan en casuchas de 1 o 2 habitaciones en arrendamiento y ubicadas en las periferias más míseras de las ciudades:
Antes de la crisis actual, todas estas personas se las apañaban para sobrevivir día a día, e incluso empezaban a soñar con un futuro mejor para sus hijos e hijas. Se trata de taxistas, peluqueras y peluqueros, pequeños comerciantes, cocineras y cocineros y personas que trabajan en el sector de la seguridad y la limpieza, en fábricas o en el campo. La crisis del coronavirus nos ha demostrado que la mayor parte de la humanidad nunca está definitivamente a salvo de la pobreza y la inseguridad; en el mejor de los casos, lo único que se ha conseguido es una tregua temporal y profundamente frágil (Oxfam, 2021, p.12).
Todos estos datos nos gritan que algo anda muy mal. La desigualdad campea como un jinete apocalíptico impasible e invencible.
Finalmente, hagamos una comparación que nos ponga en un contexto más aterrizado frente a los descomunales, agresivos y humillantes sueldos de los casos que se han expuesto en este artículo. La nombrada ONG Oxfam (2021) muestra, por ejemplo, que, en el Reino Unido una enfermera recién titulada gana, apenas, 22000 euros anuales (88000 en cuatro años, para comparar con lo que gana Lionel Messi), pero, no se compare con un sueldo tan estrafalario, el responsable de gestión de activos en ese mismo país puede ganar 31 millones de euros al año (124 millones en cuatro años), un sueldo millonario sin duda alguna, que aun así, no logra acercarse al sueldo del astro argentino, ya que es apenas el 22% del devengado por el considerado mejor jugador del mundo lo que “justifica” su sueldo (¿y el mejor médico y enfermera del mundo como les va en duros?, ¿y al mejor maestro?, ¿cómo justificarles el precario sueldo que devengan?), y sin embargo, también el sueldo del responsable de gestión de activos es absolutamente injusto si lo comparamos con el de la enfermera, ya que, es 1400 veces mayor.
Oxfam (2021) llega a una serie de conclusiones que nos deben poner a reflexionar como un todo unitario concerniente a ser-humano: 1. Es necesario un mundo más igualitario donde se valore lo realmente importante; 2. Un mundo con economías más humanas que tenga como objetivo el cuidado de las personas; 3. Un mundo libre de todo tipo de explotación donde haya seguridad de ingresos; 4. Un mundo donde sean los ricos los que paguen impuesto, pero de manera justa; 5. Un mundo con seguridad climática. En una frase sencilla: generando conciencia humana para humanizar a los individuos que han tenido la fortuna de gozar las riquezas de la tierra, por tanto, la conciencia, como advirtiese Víctor Hugo: “es el caos de las quimeras, de las ambiciones, de las tentativas, el horno de los delirios, el antro de las ideas vergonzosas, el pandemónium de los sofismas, el campo de batalla de las pasiones” (p. 125).
Será necesario conquistarla, entendiendo que ella es esa: “puerta siniestra” para el sistema opresor, que nos haga dudar como a Dante, así que nosotros debemos estar también: “en el umbral de una puerta ante la cual dudamos [pero debemos traspasar]” (Víctor Hugo, 2012, p. 125), para denunciar sin duda alguna los abusos del sistema contra esa gran mayoría de individuos de la especie humana negada de la riqueza en la Tierra y luchar por alcanzar la justicia social que, según la misma ONG ya citada no es imposible alcanzar si hay voluntad de los gobiernos. Yo también creo que una sociedad más humana es posible, quienes no lo consideran así mantienen las posturas absolutistas y positivistas de que pobres siempre habrá, lo cual justificará sempiternamente la explotación, la opresión, la pobreza y en últimas la muerte de los que en otras condiciones no tendrían que morir aun.
Referencias
Oxfam (2021). El virus de la desigualdad.
Víctor Hugo (2012). Los Miserables. Madrid: Edimat.