La puerta de la casa de Luz Amparo Isaza queda justo en frente de la UVA. Vende tinto y paletas en su casa, donde nos recibe mientras sigue prendido el televisor. También montó un parqueadero de motos, y ella personalmente atiende los negocios.
Sobre la presencia de la UVA en su calle dice “El cambio fue muy brusco, esto antes era muy callado.” Esta paisa indiscutible seguro que disfruta del movimiento y de la gente. Sigue contando “Cuando comenzaron a construir la UVA preguntaron que quiénes querían hacer comida para los trabajadores. La vecina del lado y yo nos ofrecimos, Justo cuando comenzó me operaron el túnel carpiano, así que la vecina se hizo cargo los dos primeros meses porque yo estaba incapacitada. Luego empecé a trabajar lo mío con las comidas. Aquí se llenaba esto de gente a desayunar, a almorzar, a comer. Los unos en una mesa y los otros hasta en el piso.”
La calle que pasa entre la casa de Luz Amparo y la UVA es bastante estrecha. De manera que Luz Amparo no sólo tiene su negocio, sino que en la noche dedica su tiempo después de la televisión, a mirar este espacio al que pueden acceder las 24 horas del día. “Lastimosamente hay una sola cosa que no le cuadra al barrio: lo que está pasando con los niños allá arriba en el mirador (de la UVA), haciendo cosas que no…”
Medellín nos recibió con calidez. Cada persona nos llevó a otra, a una idea, a otro proyecto. La hospitalidad con los viajeros es excepcional. Nos Cuidaron por relevos, cada día en un sector diferente, hablando de experiencias disimiles, nos sentimos queridos. Gracias.
Fotografía: Camilo Rozo
