Estériles por convicción

Estériles por convicción

Tener nueve hijos hoy en día es leyenda

Por: Juan Pablo Arroyave
junio 04, 2015
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Estériles por convicción
Foto: tomada de elmeme.me

Doña Rosa es una Mujer Antioqueña de unos sesenta y tantos. Usa un vestido ancho de flores que cae hasta sus pantorrillas, cabello enmarañado con múltiples tonos de grises, brazos arrugados y rugosos que muestran al mundo las secuelas de haber labrado la tierra toda la vida y por supuesto, haber “levantado” nueve hijos con el sudor de su frente.

Este es sin duda un caso en peligro de extinción, una historia que está nominada a ser leyenda en unas cuantas décadas; no por su ocupación, su forma de hablar o su estilo de crianza, sino por la cifra que escandaliza a la mayoría de los que conocen esta parte de su historia: ¡nueve hijos!.

El caso de Doña Rosa era la fiel representación de un arquetipo de las familias antioqueñas de los años cincuenta y sesenta; muy distante de lo que se percibe hoy en día en nuestro país con respecto a la natalidad.

Es evidente que en comparación con esta época, las mujeres de nuestro tiempo dedican su vida a muchas otras actividades que van más allá de la crianza de una decena de hijos, como sí sucedía en este periodo histórico; lo que me ha llamado poderosamente la atención en los últimos años es que muchos hombres y mujeres, solteros y casados, comunican abiertamente que no desean tener ni adoptar hijos. Una elección gallarda en tanto desafía y mira con recelo a la propia naturaleza y sus “designios” tatuados en nuestros genes.

Probablemente la fuerza con la que avanzan movimientos que promulgan “la liberación de la mujer” y otras tantas consignas admirables aunque en ocasiones un tanto oscuras en sus fundamentos, están calando con fuerza en la manera como construimos la realidad y entendemos lo que queremos hacer con nuestras vidas.

El "deber ser" debe ser cuestionado a toda costa, y esto se refleja en las conversaciones con jóvenes entre veinte y treinta años, sobre todo cuando argumentan cientos de razones para no tener hijos y sacar la paternidad de sus proyectos de vida.

La felicidad de ser mamá o papá y criar un hijo ya no es un motivo suficientemente atractivo para embarcarse en tan ardua y destacable tarea. De ninguna manera pienso que elegir no tener hijos tenga relación con “negar la vida”, como dicen muchas personas. Si la humanidad va a estar condenada a la extinción será por otros motivos ajenos a los índices de natalidad.

Es cierto que los genes y su influencia en los instintos nos abren un camino que tiene múltiples paradas referentes al sexo como estrategia para la reproducción, pero hemos sabido bordear estas demarcaciones y tomar decisiones que solo los humanos podemos: elegir no ser padres. Somos quizá la única especie capaz de optar por dedicar su vida a otra cosa que no sea la reproducción o el bienestar de su grupo. ¿Qué tiene de malo eso?

La polémica se agudiza cuando el bombardeo de preguntas y retórica inquisidora no se hace esperar en el momento en que alguien habla de sus planes a futuro y deja de lado la posibilidad de tener hijos. Las escenas conmovedoras con sus nietos desvanecen de la mente de los Abuelos no nacidos al oír las palabras de sus hijos “incoherentes”.

Y se complica más cuando por casualidad vemos las fotos en parís, Bangkok o Nueva York de parejas consolidadas y sin primogénitos. Ahora bien, no digo de ninguna manera que la paternidad implique renunciar a los sueños u objetivos. Una pareja con hijos puede ser tan feliz como una que no los tiene.

El error creo que se haya en pretender darle “significado”a la vida con los hijos: La vida en si misma no tiene significado, tiene un sinfín de matices que no caben ni en el más opulento de los diccionarios.
Tampoco se trata de cuan maravillosos debe ser no tener tantas responsabilidades. Todos tenemos responsabilidades, es decisión de cada quien cumplirlas o no.
Y mucho menos me parece válida la expresión “Se te está pasando el tiempo”. ¿Tiempo para qué? El tiempo se les pasa a todos, finalmente el “si hubiera hecho X cosa” lo decimos unas tres veces al día.

En definitiva cada vez es más extraño oír historias como la de Doña Rosa, y más común conocer las opiniones de hombres y mujeres que no tienen en sus planes la llegada de la cigüeña. Para algunos son demasiado egoístas y hedonistas, para otros son sensatos y revolucionarios, lo importante aquí es que esta forma de pensamiento está cambiando poco a poco las dinámicas sociales de nuestro contexto; y hasta ahora es imposible determinar en qué decantará este estilo de pensamiento de personas que han decidido ser estériles por convicción a pesar de la constante oposición de tanta gente, incluida su pareja en muchos casos.

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