Fuimos creciendo bajo un régimen familiar, educativo, político, religioso que nos da una representación social de cada persona, grupo o país que nos ha servido para dar un significado a todo lo que está a nuestro alrededor. Nacimos, crecemos con ideas impuestas y otras que vamos desarrollando a medida que definimos la personalidad, la moralidad y los valores. Desarrollamos un sentido crítico cuando nos enfrentamos al mundo y le ponemos nuestro sello personal. En algunos casos creemos que la realidad es que la ven nuestros ojos y discriminamos aspectos importantes que pueden ampliar el panorama y dejar que no solamente veamos si no que observemos.
A raíz de esta idea estamos en un embudo que a través de los años va dejando entrar a nuestras vidas lo que es importante, relevante y “bueno” y va desechando lo que no interesa; nos comunicamos con personas que tienen gustos similares y que pertenecen a un grupo social determinado donde nos vamos incluyendo a medida que interactuamos con el estrecho mundo personal. En cambio, rechazamos lo desconocido y lo representamos como amenazante bajo un sistema de información previa que se va construyendo de lo que posiblemente significa ese fenómeno que está desligado a lo que vemos como realidad.
Un ejemplo claro es la pobreza, hay diferentes maneras de verla, a algunos desde pequeños nos inculcan que ser pobre es no tener dinero, vivir en condiciones precarias y que posiblemente algunos miembros de esa pobreza utilizan medios pocos ortodoxos para conseguir el sustento, “robar”. Posiblemente se tiene la idea de que si son pobres es porque hizo algo malo para serlo; los podemos ver con lástima porque no tienen las mismas comodidades que nosotros los “afortunados” entras otras. Si cada persona diera su significado creo que las respuestas en su mayoría serian atribuciones negativas frente a este fenómeno, espero estar equivocado.
El comportamiento cambia al encontrarse con alguien “pobre”, manejamos un sistema de creencias y actitudes frente a alguien que catalogamos dentro de este espectro. Les damos un plato de comida, porque creemos que ser pobre también significa no tener nada que comer, pero al mismo tiempo apretamos la cartera y el celular porque estamos al acecho de algún ladrón. Pero, ¿Qué hubiera pasado si los que nos anclaron esas ideas las hubieran hecho de otra forma? ¿Si nos hubiesen dicho que son pobres pero trabajadores?, ¿Qué son pobres pero educados?.Es importante también observar la contraparte, el otro lado de la moneda y preguntarnos, como los demás nos están viendo, pues en este caso siguiendo el ejemplo. ¿Cuáles con las creencias actitudes e ideas que tienen sobre nosotros los afortunados? ¿Cuáles son esas ideas negativas y positivas que tienen frente a una sociedad, que posiblemente los mira con cara de “lastima”?
Los medios de comunicación y las redes sociales son los principales mantenedores de estas ideas al presentar información que muchas veces carece de profundidad y nos muestran un panorama superficial que sigue y sigue creando prejuicios y estereotipos, que nos van alejando cada vez más de lo que es ser un humano en sociedad.
El taxista es ladrón, el político es ladrón y corrupto, el cura es violador y ladrón, la madre soltera “le toca muy duro”, el padre soltero es el “guerrero, el valiente”, viajar y conocer es la realización de la vida, la música rock es para marihuaneros, la música popular es para los guisos y borrachos, la televisión es mala, si no estudia y tiene una carrera esta jodido, si no lee es un bruto. Creo que si se siguen dando ejemplos seguiríamos dando una ejemplificación negativa o positiva frente a lo que creemos. Pero ¿Qué piensa el hijo del taxista (si los tiene), el familiar del político, los parroquianos que van a misa, los padres de familia, los que no tienen dinero para viajar o los que simplemente no lo quieren hacer, los que escuchan Metallica a todo volumen, los que les gusta la música de “cantina”, los que disfrutan yo me llamo en las noches, los que no tienen una carrera profesional “para ser productivos frente a la sociedad”, los que se aburren con un libro en la mano y les cuesta terminar uno?
¿No sería más adecuado abrir la ventana y dejar entrar más aire? ¿Abrir las cortinas de la precepción para que entre más luz en nuestra realidad?, Con esto podríamos reducir esa brecha de marginalidad frente a los que aún queremos ver algo mejor, arriesgarnos a conocer al otro, informarnos de forma adecuada y no siempre mirando con los mismos lentes del prejuicio y el estereotipo.
Cometemos errores y pensamos que lo que es obvio para cada uno de nosotros es para los demás, pero no es así. Las motivaciones de cada uno son distintas y la infinidad de conocimientos e ideas son parte de cada ser humano, las situaciones difieren y cada uno donde le corresponde tiene una visión generalizada del mundo.
Escuché el discurso de una escritora Nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, (no he leído ningún libro de ella) que habla acerca del peligro de conocer solamente una historia, la que nos cuentan, la que simplemente es la que más se difunde y nos hace crear un sistema de creencias que se ha mantenido en el tiempo y que si fuera posible conocer diferentes posturas de una historia sería completamente distinto la manera como se ve un fenómeno. Como lo dice la escritora, “aún me molesta que la gente se refiera a África como un país”, pero volviendo a términos Colombianos “aún es triste que se tenga la percepción de que somos narcotraficantes, criminales y terroristas a lentes de extranjeros”