Hace más de quince años, este argentino se introdujo en el desconocido mundo de la sonoridad de instrumentos de culturas prehispánicas –muchos de ellos con más de 3.000 años de antigüedad– y desde entonces no ha parado de recorrer América en busca de esos sonidos. En la actualidad, desarrolla un estudio sobre botellas silbato de Ecuador y planea hacer lo mismo con las de Colombia. Por eso, está en nuestro país.
Recuperar los sonidos de instrumentos musicales prehispánicos e impulsar su estudio en Colombia son dos de los más grandes retos que tiene el músico y arqueólogo Esteban Valdivia, quien recientemente ofreció una conferencia sobre cerámica sonora precolombina en el campus de la Universidad Nacional (U.N.), gracias a la gestión del programa de Residencias Artísticas de la Facultad de Artes, del que forma parte.
“A mí lo que me inspiró a querer recuperar el sonido de instrumentos musicales prehispánicos fue ir de chiquito a los museos y ver un montón de ellos dentro de una vitrina y no saber cómo se tocaban ni qué pasaba con ellos. Ahí empecé. Después, a los 20 años me introduje en el mundo de las flautas y entendí que en América hay un desarrollo de flautas más sutil y muchos instrumentos musicales, y eso me inspiró a meterme de lleno”, confesó Valdivia al Centro de Divulgación y Medios de la Facultad de Artes de la U.N.
“¿Cómo se combinaban los sonidos en la antigüedad?, no se sabe”, aseguró durante su charla, pero, obviamente, ese desconocimiento lo motivó aún más a seguir investigando, a continuar reinterpretando y a recalcar que se trata de una reinterpretación, pues aunque su propósito es recuperar los sonidos ancestrales, “estos nunca van a poder ser iguales a los de épocas pasadas”. No solo porque cada persona tiene su propia forma de tocar sino porque no hay evidencias, no hay manera de saberlo.
“Yo lo que hago es una reinterpretación. Es decir, investigo, replico los instrumentos y hago una reinterpretación de lo que para mí significa esta música en la actualidad. Estos estilos de música o de reinterpretación de los instrumentos musicales ancestrales nunca van a ser como se tocaban en el pasado. Eso nunca lo vamos a hacer, pero sí podemos lograr volver a traer esos sonidos y reinterpretarlos nosotros, ya que mal o bien algo de raíces ancestrales tenemos”, argumentó Valdivia.
Por otra parte, resaltó que todos tenemos derecho a tener contacto con las piezas ancestrales ya que son parte de nuestro patrimonio. Por eso, está un poco en desacuerdo con algunas etnias y con las entidades que tienen a su cargo la tenencia y cuidado de los instrumentos ancestrales, pues, según él, limitan el acceso, interacción, conocimiento y sentido de pertenencia hacia ellos.
“Quizá somos mestizos, pero no por eso nos pueden privar de tocar estos instrumentos y esa es una discusión que tengo con indigenistas. Que si vos sos un mestizo no puedes tocar estos instrumentos y el arqueólogo se pone exactamente en la misma posición, es decir, que si no tienes un título de arqueólogo tampoco lo puedes tocar. Tanto unos como otros nos privan de un derecho natural que es el derecho a acceder al patrimonio ancestral que tenemos”, denunció.
En temas asociados a la investigación sobre la sonoridad ancestral colombiana, dijo que es necesario que la academia inicie estudios serios para recuperar y conservar el patrimonio que está vivo ya que, de lo contrario, seguirá pasando desapercibido, incluso para entidades que fomentan su preservación. Claro, ello, sin restringir el derecho de acceder a través, de nuevo conocimiento y de los instrumentos en sí mismos, al pasado de las culturas que habitaron en lo que hoy es nuestro territorio nacional.
En este sentido, mencionó que en días pasados y luego de una jornada de investigación en el ICANH sobre botellas silbato, un amigo le facilitó un libro sobre arqueología colombiana con el cual pudo reiterar que en Colombia hace falta mayor interés en el fomento a la investigación y divulgación de los objetos e instrumentos sonoros prehispánicos.
Al respecto, relató: “cuando salimos del ICANH –el ente que cuida o priva de tocar los instrumentos musicales–, un amigo me trae un libro de arqueología colombiana. Me pareció interesante porque en la primera página veo una pieza titulada ‘vasija escultórica zoomorfa’, nada más, cuando en realidad es una de las piezas sonoras más antiguas de Colombia y está catalogada como escultórica. A eso me refiero con el desconocimiento que hay por parte de los arqueólogos y por parte de nosotros, porque teniendo todo el patrimonio para investigar no lo hacemos”.
De ahí su empeño en estimular el interés hacia la arqueomusicología que él mismo ha venido llevando a cabo, especialmente en Colombia, en donde no hay un desarrollo especifico en dicho campo como sí sucede en otros países del continente americano.
“Acá en Colombia hay muchísimo por investigar, es más, ni siquiera ha salido un libro especializado en arqueomusicología. Por eso, estoy impulsando el primer libro especializado en la materia porque Colombia tiene un vacío en la arqueomusicología americana que hay que llenarlo. Cuando vos agarrás los libros de arqueomusicología americana no se habla de Colombia directamente y no es que en Colombia no pasó nada, todo lo contrario, pasó tanto pero no hay quien investigue”, reflexionó.
Antes de finalizar su conferencia, Valdivia reiteró que, además de lo anterior, su estadía en el país obedece a la invitación del programa Residencias Artísticas de la Facultad de Artes de la U.N. y a su interés por estudiar la botella silbato, sobre la cual próximamente editará un libro.
“Vine a Colombia a estudiar la botella silbato, una flauta de agua que suena con la acción de este elemento. Y estoy acá gracias al programa de Residencias Artísticas que me trajo un mes a investigar y a hacer cosas”, destacó el licenciado en composición musical, arqueólogo y ceramista, pues también construye réplicas en cerámica de los instrumentos que va encontrando en sus viajes.
“Yo investigo, replico y toco porque la idea sería asegurar el patrimonio musical por siempre. Me he recorrido América tocando instrumentos musicales prehispánicos y de esos prehispánicos he replicado casi todos, porque te das cuenta que son 5.000 años de desarrollo musical en América y todavía hay más de lo que nos imaginamos. 5.000 años en los que más de 250 culturas registradas arqueológicamente desarrollaron instrumentos musicales”, concluyó.