Al final del descenso, acomodado en posición aerodinámica, el corredor Esteban Cháves no vio el palo de señalización al final de una curva. Despertó dos días después en el hospital Pietra Ligure, en Portugal , sin saber mucho de lo que había sucedido. El dolor en la cabeza, que le había dejado el trauma craneoncefálico, era intolerable. Se intentó mover en la cama pero el lado derecho de la espalda estaba inmovilizado. Se había roto la clavícula. Cuando los médicos le dijeron que la recuperación iba a hacer larga, y que era bastante probable que nunca más se pudiera volver a montar a una bicileta, Esteban Cháves lloró.
Tenía 23 años y acababa de ganar el Tour de L’Avenir, la carrera más exigente para jóvenes ciclistas en el mundo. Los mejores equipos europeos lo querían en sus filas, pero él prefirió quedarse ese 2013 con el Team Colombia. No estaba mal curtirse un poco de carretera antes de enfrentar el reto de las grandes vueltas. Viajó a correr el Trofeo Laigueglia como parte de la preparación al Giro, pero vino esa curva, el palo de señalización y el golpe.
Al levantarse de la cama, una semana después del accidente, entendió la gravedad de la lesión. Dificilmente podía mantenerse en pie. Lo trasladaron a la casa de una señora colombiana que vive en Italia en donde estuvo 10 días. Lo frustraba no poder sostener un vaso de agua en la mano sin que se le cayera. Si no podía ni siquiera comer por sí mismo, ¿con qué fuerza sostendría el manubrio de su bicicleta yendo a 70 kilómetros por hora en un descenso?
Le operaron la clavícula y unos meses después los nervios del brazo derecho. Los médicos de Team Colombia esperaron un tiempo prudencial porque la operación era riesgosa, necesitaban estar seguros que 'el Chavito' no fuera a perder definitivamente la movilidad del brazo derecho. Lo trasladaron al Centro Biomédico de Bogotá, bajo el cuidado de los médicos Sandoval y Gustavo Castro. Estaba optimista así en los primeros meses la recuperación no era la esperada. Los nervios se negaban a obedecer, la operación había fracasado. Cháves se derrumbó y pensó definitivamente en no volver a correr.
No sabía qué iba a ser de su vida sin la bicicleta. Desde los siete años era un corredor de bicicrós bastante ágil y corajudo; ahora, debería torcer su destino. Sin embargo, los médicos, Sandoval y Castro, sus ángeles de la guarda, le dieron el ánimo necesario para volver a creer en que era un ciclista. El Orica, su actual equipo, no le importó el estado en el que estaba Cháves e igual lo contrató a principios del 2014. Esteban se curó de las heridas y un año después volvió a subirse en un caballito de acero.
Su recuperación total terminó en la Vuelta a España en 2015 y en este 2016 participó en los Olímpicos y vuelve de regreso a la Vuelta España demostrando el monstruo del ciclismo que siempre amenazó ser.
Publicado originalmente el 5 de agosto de 2015.