Hace pocos días me llegó por una cadena de WhatsApp un meme con el siguiente texto: "¿Ya estás encartado con tu veneca? Llegan desde Afganistán mujeres hermosas. Fieles por el Corán, hermosas, serias, hogareñas, faltas de afecto, te permiten cuatro mujeres. Espera la tuya. Si estás fulero, solterón, patán, cachón o ninguna te quiere, llegó tu oportunidad".
En el momento no lo pude leer porque me encontraba atendiendo una llamada de un cliente. Terminada la conversación me puse a detallar qué era lo que me habían enviado, encontrándome con tan desafortunado mensaje que me produjo rabia e indignación, razón por la cual preferí guardar silencio para abordar el tema un poco más sosegado.
Desde mis columnas de opinión me he manifestado acerca de la necesidad de proteger y respetar a la mujer en todo tipo de contexto, motivo por el cual, y siendo coherente con lo que he expresado, alzo mi voz de protesta de manera enérgica en contra de cualquier hecho que menoscabe la dignidad del género femenino, máxime ante contextos altamente degradantes.
Lo que acontecerá con los millones de mujeres hoy presas del régimen talibán no es un asunto pequeño en el que quepan chistes sexistas de mal gusto en procura de distraer a los "machos lomo plateados de Occidente". No, no, no; la situación tiene tal trascendencia que bien podríamos decir que es la humanidad la que llora con lo que se avecina para niñas, jóvenes y mujeres adultas en ese país.
Todos en algún momento hemos compartido cosas para sacar una sonrisa, para sentar un pensamiento, para fijar un desacuerdo, pero utilizar la desgracia de un pueblo como mofa es un acto vil reservado a espíritus miserables.
Y es que cuando como hombres cedemos a ser parlantes de este tipo de información, en el que ni el sentido común ni la empatía parecen tener cabida, nos estamos colocando al mismo nivel de las bestias que abusarán de su poder en Afganistán. De otra manera no puede entenderse cómo podemos reír ante hechos que si bien es cierto están sucediendo en otra latitud de este mundo, nos afecta a todos como seres humanos.
Ser hombre, señores, es más que un miembro viril entre las piernas desde donde saciamos el deseo. Sintetizar nuestra existencia a ese punto me resulta una concepción intrascendente. Tal vez es por eso que nos cuesta abordar temas como el del país de Oriente Medio con responsabilidad, seriedad y altitud. Como hombres tenemos el deber de proteger, de servir, de abrir los espacios para que la mujer se integre a la sociedad. Por tanto, toda aquella actuación que circule en contraposición a esa integración se convierte en un acto deshonroso de nuestra condición humana.
Si no nos basta con escuchar la cantidad de prohibiciones que esclavizarán a millones de mujeres afganas, con las imágenes de trapos andantes en las que es imposible encontrar una imagen, en las voces que retumban con miedo en los medios de comunicación por lo que les espera, en las denuncias por los abusos sexuales para que el alma nos vibre, entonces qué tipo de especímenes somos.
Quizás desde esta parte del mundo no se levante una cruzada para liberar a Afganistán de la opresión, ni salga tampoco un libertador; pero cuanto menos utilicemos el dolor y el miedo de sus mujeres para reírnos, trivialicemos una situación tan cruel con comentarios de cuerpos sin almas, y de paso aprovechemos por comenzar a respetar y valorar a las nuestras, más vamos a contribuir.
Vea el meme aquí: