El logro más importante del paro nacional no es haber tumbado la única reforma tributaria del mundo en medio de una pandemia, tampoco lo es haber obligado a renunciar a su prepotente ministro de Hacienda, sí, Carrasquilla, el de los bonos de agua que timaron decenas de municipios.
El mayor logro del paro nacional no es el haber tumbado una reforma a la salud que iba a acabar de privatizarla, ni haber forzado la renuncia de la canciller Claudia Blum.
Tampoco es el mayor logro haber obligado a Duque a anunciar una reforma a la policía, recordemos que se había negado ni siquiera a contemplarla luego de que dos policías asesinaran al abogado Javier Ordóñez y a Dylan Cruz.
Finalmente, no es el mayor logro del paro haber puesto los ojos en el nefasto gobierno de Duque del Congreso norteamericano, el Parlamento Europeo, la CIDH y los medios internacionales.
Si este ha sido el paro más largo de nuestra historia, según el comité nacional hubo manifestaciones en al menos 800 municipios, ustedes se preguntarán: ¿cuál es entonces el mayor logro del paro nacional?
Todo lo que acabo de mencionar es muy valioso, pero el mayor logro de este paro es el haber forzado que la desigualdad social se convierta en el tema más importante en la agenda del país para los próximos años.
Colombia no será el mismo país de ahora en adelante, la agenda social se ha puesto encima de la mesa y nadie podrá evadirla, ya es tema obligado de gobernadores, gobierno nacional, alcaldías, congresistas, medios, gremios y empresarios. Tengan presente que antes ni siquiera lo mencionaban, se había instalado la idea de que todo estaba bien, y no, nada estaba bien.
El país cayó en cuenta de que hay veintiún millones de personas que sobreviven con $330.000 al mes mientras un megarrico como Sarmiento Angulo paga menos impuestos que una enfermera contratada por prestación de servicios o un banco paga menos impuestos que una microempresa. El que la desigualdad y la pobreza son la razón para construir un nuevo imaginario de país
Si observan desde el presidente, los alcaldes de las grandes ciudades, los medios incluso los grandes empresarios comienzan a hablar como una prioridad de algo que antes era un tema secundario, ahora la desigualdad social es el primer tema en la agenda de todo el mundo.
¿Y esto por qué es tan importante? Porque en los próximos años los gobernantes de turno y el Congreso quedaron avisados, o atienden en serio el tema de la desigualdad, o el pueblo volverá a levantarse a recordárselo.
Este paro nacional (y los que vendrán) obligará a un gobierno displicente, corrupto y mezquino a atender las necesidades de millones de personas que en pleno siglo XXI padecen el horror de aguantar hambre.
Este paro obligará a los megarricos a pagar impuestos, a las multinacionales a aportar más y al Congreso a legislar políticas sociales como por ejemplo, la renta básica.
Finalmente, este paro pone en el presente la política joven, diferente, alegre y solidaria. Este es el momento de apostar por una decisión tan importante como trascendente: un único país que merece que le aportemos, no que le quitemos su dignidad.