Imagínese este escenario. En un salón lleno de personas, el que considera usted su amigo se encuentra parado en el balcón de dicho salón, un lugar bastante cómodo, iluminado, con una excelente vista de la ciudad. De manera reiterada lo incita a cruzar la puerta de vidrio templado, que separa esa instancia, del resto del salón para ir a su encuentro; alrededor, varias personas advierten de ver la puerta cerrada y piensan para sí "siendo él/ella no cruzaría esa puerta", algunos otros creyendo en las buenas intenciones de su amigo, le hacen buen ojo y un gesto de aprobación para que continúe el camino; y usted… usted, confiando en él, porque es su amigo y cree en sus buenas intenciones, acelera el paso y sin evaluar detenidamente el asunto, se lanza a atravesar la puerta, encontrándose con la desagradable sorpresa que la puerta de vidrio templado, esa que lo separa de su amigo y ahora lo hace inalcanzable, estaba completamente cerrada. Apenas puede reaccionar, mientras yace en el suelo, mareado y aturdido por el golpe, para ver las carcajadas burlonas del que decía llamarse su amigo.
Pues bueno, ese, al que el “amigo” le vio la cara de pendejo, es usted cada vez que lleva al poder personas que sólo están detrás de intereses personales y lo utilizan como medio para satisfacerlos a través de la política. La buena noticia, es que usted puede evitar que le sigan viendo la cara de pendejo político, convirtiéndose en un intelectual de la política y votando con criterio.
En un país con tantas deficiencias sociales y económicas; con tantas carencias y necesidades insatisfechas, es difícil y, a veces, resulta casi imposible, pedirle a una persona que vote con criterio, cuando puede vender su voto por $35 o $40 mil pesos y comprar el mercado para una semana, completar para los servicios o completar para el plante. Sin embargo, para ellos no va dirigido este llamado, de hecho, realmente son unas de las principales víctimas de la falta de criterio y de empatía, de quienes sí podemos votar con criterio pero preferimos botar el voto, eligiendo a personas que poco o nada les preocupa la degradación social que viene con la falta de oportunidades, el hambre, la falta de educación y servicios públicos básicos. Este llamado va dirigido a quien hoy me está leyendo cómodamente desde su smartphone, laptop, iPad, tablet o computador, pues sé que mínimamente sabe leer y sabe usar redes sociales e internet.
Si bien es cierto que como toda ciencia, la Ciencia Política requiere ser estudiada magistralmente y por eso, ciertas personas hemos dedicado al menos un lustro de vida a la academia para especializarnos en ello; la agenda política, los procesos legislativos, judiciales y en general los asuntos públicos del Estado, tal como lo indica su nombre, son asuntos de interés de toda la ciudadanía; y quienes tenemos la posibilidad de participar activamente de la vida pública sin presiones de por medio, tenemos la responsabilidad y el compromiso social, de ejercer nuestro derecho político al voto con criterio, pues esa es la base, la línea de partida de cualquier ejercicio político que tiene injerencia directa (tanto positiva como negativa) sobre la ciudadanía.
Por eso tenga en cuenta lo siguiente para que este 27 de octubre no vaya a las urnas a botar el voto y a ser un pendejo político:
1. Si usted es de los que vota por el candidato de otro político, no está votando con criterio, está botando el voto. En esta contienda electoral fue muy común ver candidatos que se cosificaban autoproclamándose “el de…”; y otros que por su sola filiación política, se infería cuál era el político que le hablaba al oído; pero está comprobado, que los gobiernos en cuerpos ajenos, como sostiene un colega, están condenados al fracaso. Generalmente las personas que los votan, no se preocupan por conocer la trayectoria de estos personajes, tampoco sus actitudes y aptitudes políticas, de administración y gerencia; mucho menos sus programas de gobierno (para el caso de los cargos uninominales) o sus propuestas (para el caso de los cargos plurinominales). Por tanto, cuando se hacen con el poder, no tienen autonomía en la toma de decisiones sino que estas se basan en compromisos políticos o económicos con sus “propietarios”. Son personas poco preparadas para dirigir una ciudad, un departamento o un país; les falta carácter y, el tan aludido aquí, criterio propio. Sus gobiernos se fundamentan en burocracia y pago de favores a las elites económicas y políticas que les respaldaron.
2. Si usted no sabe que en Colombia existe el voto programático, no está votando con criterio, está botando el voto. El voto programático está reglamentado, por mandato constitucional (artículo 259), en la Ley 131 de 1994 y, grosso modo, quiere decir que en Colombia, para el caso de alcaldía, gobernación y presidencia, no se vota por un candidato sino por un programa de gobierno, que los candidatos inscriben ante la Registraduría Nacional, cuando van a inscribir su candidatura o aspiración política y este a su vez, se fundamenta en la hoja de ruta para la elaboración de su Plan de Desarrollo una vez quede elegido para el cargo que aspiró. Pero, además, este programa de gobierno es susceptible de consecuencias jurídicas en caso de no verse reflejado en el Plan de Desarrollo, del candidato electo; consecuencias que encuentran eco en la llamada revocatoria de mandato. Obviamente, los candidatos en campaña no van andar como evangelizadores con el Programa de Gobierno bajo el brazo y como saben que la ciudadanía en un 90% no se dan a la tarea de leerlo, por pereza, desconocimiento o simplemente porque saben que están amparados por el nombre de otro político, algunos se aprovechan de esto y se van prometiendo a diestra y siniestra hechos poco factibles. El ser humano está diseñado para escuchar lo que quiere que le digan (el resto lo oye) y otros adquieren la habilidad de decirle a las personas lo que quieren escuchar, así que en una campaña política, esta práctica es bastante común. Por eso, así como le dedica horas a revisar Facebook, Whatsapp, Instagram, a ver memes, crear GIF, tómese el tiempo de ojear (si bien no quiere leerlo completo) los programas de gobierno de los candidatos de su ciudad y departamento, y permítase votar guiado por esto, a lo cual le puede hacer un control político durante el tiempo de mandato.
3. Si usted es de los que cree que un concejal o diputado puede proponer cosas como: aumentar el pie de fuerza en las ciudades, crear cuerpos especiales de seguridad, tecnología de punta para la seguridad, becas de estudio, aumentos en presupuestos, entre otros., no está votando con criterio, está botando el voto. Los candidatos a corporaciones públicas, solamente pueden comprometerse con la ciudadanía a gestionar o presentar ciertos proyectos de acuerdo u ordenanza y políticas públicas; a fortalecer programas ya existentes, siempre y cuando tengan un rubro asignado; o tal vez, a la reasignación de rubro a un programa que se encuentre inactivo. No se deja echar el cuento. Los artículos 300 y 313 de la Constitución Política definen las funciones de las asambleas y los concejos, respectivamente. Tómese el tiempo de leerlas y permítase votar guiado por esto. Que el 28 de octubre no se estén burlando de su cara de pendejo político.
4. Si usted cree que el voto en blanco se lo suman al que va ganando y por eso prefiere anular su voto, no está votando con criterio, está botando el voto. El voto en blanco es considerado un voto completamente válido y no se le computa a los votos del ganador. De hecho, para los cargos uninominales, en caso de que el voto en blanco gane, debe convocarse a elecciones nuevamente y con otros candidatos, hasta que quede electo el que sea aclamado por la mayoría en las urnas; para los cargos plurinominales, los votos en blanco son considerados votos válidos para el cálculo del cuociente electoral y por consiguiente el umbral y la repartición de curules. Por eso, si usted no está a gusto con ningún candidato, no se abstenga de votar (que puede ser la peor falta de compromiso con los asuntos públicos) ni tampoco anule el voto, vaya y vote en blanco.
Así pues, estimado lector, si tiene en cuenta al menos estos cuatro puntos enunciados precedentemente a la hora de votar, podría iniciar su conversión de pendejo político a un ciudadano estructurado y apropiado de los asuntos públicos del Estado, que ejerce su derecho político al voto con responsabilidad y criterio.