Este 27 de octubre, los colombianos tendremos el reto de elegir gobernadores, diputados, alcaldes, concejales y miembros de juntas administradoras locales (ediles). Por ello, el desafío de elegir a conciencia los candidatos más idóneos y mejor preparados (así como los no cuestionados) no es nada fácil. Para lograr este propósito, nosotros, como electores, deberíamos leer las hojas de vida y los programas de gobierno de los postulados a gobernaciones y alcaldías, estar atento a las propuestas de los aspirantes a Asambleas Departamentales, Concejos y JAL y, sobre todo, requerir a los candidatos para que rindan cuentas sobre los ingresos y gastos de sus campañas, pues más del 90% no lo ha hecho en la aplicación “cuentas claras” dispuesta por el Consejo Nacional Electoral.
Lo anterior, nos permite establecer qué tan viables son las propuestas, qué cambios en política puede haber en los próximos 4 años y, especialmente, qué nos espera en el manejo del presupuesto de nuestra ciudad. Sin embargo, la apatía hacia los partidos políticos, la falta de seriedad en algunas campañas, la incongruencia de muchos candidatos, la alta corrupción que existe, el dominio de las familias a nivel local y regional y la ausencia de propuestas novedosas y llamativas, tiene a muchas personas indiferentes o indecisas por cuál (es) candidato (s) votar.
Esa apatía hacia la elección de candidatos este 27 de octubre, puede abrir la puerta a que la opción más viable y atractiva sea la del voto en blanco. Una opción que nació en Colombia hacia 1979 (Ley 28) y que ha tenido varias reformas legales, tal vez la más importante, la establecida en el Acto Legislativo 01 de 2009, que señala:
Deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una Corporación Pública, Gobernador, Alcalde o la primera vuelta en las elecciones presidenciales, cuando del total de votos válidos, los votos en blanco constituyan la mayoría. Tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras en las de Corporaciones Públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral.
Así las cosas, el mito popular de que el voto en blanco se suma al ganador, que se anula, que nunca se cuenta en las elecciones o que no sirve para nada no tiene ningún sustento, pues como lo advierte la mencionada norma, en caso de que el 50% más 1 (mayoría) del total de los votos sean en blanco debería repetirse la elección con las siguientes consideraciones:
i) Los candidatos a la gobernación y alcaldía que se hayan presentado deberán retirarse de la nueva contienda electoral.
ii) Los partidos políticos que no alcanzaron la suficiente votación no podrán presentarse de nuevo (los que sí lograron la votación podrán volver a presentar las mismas listas de candidatos).
Este efecto jurídico (de repetir las elecciones), parece imposible, algo impensado si se quiere, pero en Colombia ya ha sucedido en 3 ocasiones. Los municipios que marcaron la historia política al cambiar a sus candidatos a través del voto en blanco han sido Susa (Cundinamarca), Bello (Antioquia) y Tinjacá (Boyacá).
Adicionalmente, la Corte Constitucional, en múltiples pronunciamientos, ha señalado que el voto en blanco debe protegerse al ser una decisión y expresión política del ciudadano que manifiesta un disenso democrático.
Conforme a lo mencionado, la invitación es a que usted, como lector de esta opinión, reconsidere su voto hacia un candidato si este no lo convence totalmente o si tiene serios cuestionamientos (éticos, jurídicos, políticos, etc) y se decida por el voto en blanco. No piense que está perdiendo su posibilidad de elegir, pues usted está manifestando una inconformidad con los candidatos, ni mucho menos vaya a votar por un aspirante porque hay otro que va ganando en las encuestas y usted piensa que es más malo (voto por conveniencia), lo verdaderamente útil es tomar una posición de rechazo y asumir una condición de decencia y respeto por la democracia, a futuro su conciencia y la sociedad se lo agradecerá.
