Gaitán vive. Lo acabo de leer en un grafiti en el centro de Bogotá. Hace 72 años lo mataron saliendo de su oficina de abogado. Era la 1:05 de la tarde. Plinio Mendoza lo apretaba del brazo y Roa Sierra entendió. Uno, dos, tres disparos. La rabia borró hasta los tranvías de esta ciudad gris, paramuna. Desde entonces no ha parado de llover.
El tiempo no ha tocado su imagen. Será eterno, como los cerros. Los jóvenes invocaron su espíritu. Se ha convertido en grito, en piedra, en esperanza. Lo intentaron borrar de la historia pero no pudieron. Y eso que los traidores creían que matándolo él desaparecería el gaitanismo. Tiene razón Gloria Gaitán, monseñor Guzmán no es más que un farsante y le ha puesto al genocidio el inofensivo disfraz de la Violencia. ¿Cuál violencia? Los sicarios arrasaron fue a los gaitanistas. A los liberales inscritos al partido no los tocaron los chulavitas. Fueron por los que tenía la marca. El dolor les partía la frente.
Petro se reúne con empresarios, Alejandro Gaviria es el mal menor, Fajardo es Uribe con un porro. Yo voto por Gaitán. Algo se agita al final de la tarde. Empieza a oler a tierra mojada, la tormenta es inminente. Tengo un tocadiscos y encontré en las pulgas un viejo acetato de Gaitán. Lo pongo. La voz argentina y educada en la ópera de Milán. Una vez unos egipcios en Teusaquillo escucharon sus proclamas. Se electrificaron. “¿Es Nasser?” Preguntaron. “Entendemos todo lo que dice” aseguraban. La voz de Gaitán, como la música de los Rolling Stones, es universal. Su efigie con el puño cerrado, poderoso, gritando ¡A la carga! Es Pop Art.
________________________________________________________________________________
Petro se reúne con empresarios, Alejandro Gaviria es el mal menor, Fajardo es Uribe con un porro. Yo voto por Gaitán
________________________________________________________________________________
De pronto regrese. Es más, tengo información privilegiada: regresará. Cuando digo que vuelve no es en sentido metafórico o porque acabo de hacerme una malteada con ocho hongos que me trajeron de Sopó. Tiene todo listo para su regreso. Al final tenía razón su máxima: no fue un hombre, fue un pueblo. Antes del desbarrancadero él es el lazo que nos ayudará a no caer en precipicio. Además, si ustedes creen en Cristo, ¿por qué yo no puedo creer en un espíritu que alguna vez fue carne?
A Gaitán lo mataron porque fue el único peligro real que tuvo la oligarquía de este país de ser desmantelada, despojada. No viene mal una dosis de gaitanismo antes del fin del mundo. Igual ¿no hay nada que perder? Ese nivel de radicalismo no lo tiene ningún político de este país. A su lado, Petro es un tibio. He visto a Gaitán en cada una de las manifestaciones, he visto a Gaitán en los huecos que quedan después de las balas del Esmad.
Si ese mismo pueblo fiel y desaforado tiñó su ropa con su sangre regada en el piso frente al edificio Agustin Nieto está ahora caminando en el centro de Bogotá, ¿Por qué no pensar en que a Gaitán, a pesar de todo, tampoco lo tocó la muerte? Se acordarán de estas letras, Gaitán está vivo, es mujer y vendrá este 2022.