Se fue a sus 81 años, había nacido en Puerto Rico, precisamente en Mayagüez, nombre que no se olvida por estos contornos porque lo lleva un ingenio azucarero en Candelaria, localidad del Valle donde los coleccionistas y salseros también están de luto rígido. Roena será la estrella en la próxima audición en el parque Simón Bolívar. "Estas equivocao, estas equivocao...", se cantará a todo pulmón, no importar que sea desentonado...
Falleció en San Juan de Puerto Rico, de infarto, acompañado de sus hijas Brenda y Gladis, lo mismo que de Andrés Waldemar, amigo de la familia y cantante de la orquesta del Señor Bongó, como también se conocía a Roena.
Su cordón umbilical con Cali lo trajo muchas veces: aquí se le guardaba prácticamente culto, era uno de los mimados en el Museo de la Salsa en el Obrero, el barrio donde dos temas dominan las conversaciones: la salsa y el fútbol. A eso de las 10:50 de la noche del jueves 23 de septiembre se conoció la noticia en Cali. Muchos nos abstuvimos de replicarla, por aquello de ser un renacido de tantas muertes mediáticas.
Le gustaba caminar por la Plaza de Caicedo, donde andaba como pantera en cacería, sin hacer ruido, porque siempre parecía deslizarse por una tarima. Allí le llovían los saludos, era un héroe… El saludo común era “maestro”… y la verdad es que sí lo fue. Era común que llegara contratado para la Feria de Cali y en conciertos con alma salsera. Además, en esta ciudad vivió tres meses y se amañó bastante.
En los andenes de la calle 15, con carrera 8, esquina, donde se venden “discos viejos”, como dicen los que no saben, y “discos de colección”, como dicen los que saben, amanecieron con cara de guayabo por el trasnocho al conocer su muerte, lo mismo sucedió en otros municipios del Valle.
El bongó, el cencerro y el baile fueron sus grandes imanes dentro de su gran pasión de la música, de sus calidades quedan huellas en Cortijo y su Combo, en Fania Records y el propio Gran Combo y los adjetivos se pueden agotar con su Apollo Sound. La discografía es extensa, es una “Marejada feliz…”.
En las primeras ocasiones se subió en tarimas a bailar en su barrio, el mismo que tiene un nombre bellísimo “Dulces labios”, y de allí en adelante comenzó a montar coreografías para orquestas y arrancó una vida de llevó a calificarlo como “El gran bailarín”, la misma que, por momentos, ocultaba sus otras riquezas artísticas.
Fue Cortijo, al verlo en un programa de TV en vivo, quien le abrió paso como bongosero y ejecutor del cencerro para que complementara el baile. Todo un acierto que le agradecería hasta sus últimos días.
Estaba signado por la suerte y el destino mismo: por allá, en julio de 1969, andaba buscando nombre para su orquesta que iniciaba ensayos y aquellos días el mundo estaba mirando hacia el cielo ante el lanzamiento de la Misión Apollo… y de inmediato bautizó su grupo con el mismo nombre agregándole el sonido, allí despegó Apollo Sound.
“Si tu habías pensando por un segundo que el sabor de este negrito había terminado… estás equivocado, estás equivocado…”, porque en realidad Roena seguirá sonando en las calles de Cali, así haya fallecido en su natural Puerto Rico.
