Se disputan el respaldo liberal dos candidatos, Clara López y Rafael Pardo. La primera apoyada por la legitimidad que le ha dado la sentencia del Consejo de Estado a quienes defendieron los estatutos que caracterización a la colectividad como de izquierda social demócrata; el segundo calificado por la misma Alta Corte como Violador de la Moralidad Administrativa y respaldado por maniobras que esta también ha calificado de temerarias al buscar desacatar su sentencia.
Más que la calificación misma que den las autoridades judiciales (contra Clara López no existe descalificación alguna; contra Rafael Pardo la descripción de su comportamiento como director del Partido LIberal en cuanto a Violación a la Moralidad Administrativa es contundente) sus respectivas trayectorias describen más que cualquier pronunciamiento sus características.
Poca ideología debe tener quien colaboró con una disidencia al triunfo de Andrés Pastrana, quien fungió como fundador del Partido Cambio Radical, quien presentó bajo esa investidura la ponencia para la reelección de Uribe, quien se reintegró al Partido Liberal cuando Santos es elegido como el candidato de Uribe y esta colectividad se volvió parte del Gobierno Santista. En fin, quien es afín y seguidor del ‘pragmatismo’ Gavirista, y es hoy avalado por Roy Barreras y Armando Benedetti a nombre de la U y por una alianza gaviroserpista que molesta a cualquier verdadero liberal.
No es casualidad que la votación liberal bajara del 45 % cuando Serpa fue el candidato social demócrata, al 31,8 % en el 2002 al pactar con Gaviria la candidatura contra la Dirección del Partido, ni que bajo esa dupleta cayera al 11.83 % al 2010, y que al escoger a Rafael Pardo solo votara el 4 % para acabar en que en la última elección ni siquiera candidato tuviera.
La secuencia en que Cesar Gaviria entrega la Dirección a Rafael Pardo y éste a Simón Gaviria y éste a Horacio Serpa no solo es causante parcial de esta debacle, sino se acompaña de las maniobras de dudosa ortografía que el Consejo de Estado vino a calificar como violación a la Moralidad Administrativa (por ser “carente de seriedad, de ponderación y honestidad”; “moralmente espurio”; “con fines distintos a los previstos en la ley”; y que “desconocieron los principios constitucionales”).
Como lo dijera Cesar Gaviria en su momento, representan a un partido de centro que no quiere tener orientación ideológica, que defiende y se rige por las reglas del mercado —no solo económico sino también del poder—, y para el cual el ‘ser pragmáticos’ es tan solo un eufemismo para reivindicar la filosofía de ‘el fin justifica los medios’.
Clara López es militante de la izquierda, en la línea más ponderada del Polo; ha ejercido cargos tanto de elección popular como de selección calificada (Auditora de la Nación; Contralora del Distrito, Concejal de Bogotá, Secretaria de Gobierno) sin que en su larga carrera pública se haya insinuado algún mal manejo —y no solo económico sino tampoco político—; fue la que denunció los falsos positivos y la que entabló la primera demanda por paramilitarismo; En otras palabras ha sido consecuente en lo ideológico, limpia en su trayectoria partidista y trasparente en su actividad pública.
A su conocimiento directo y profundo del Distrito (Contralora, Concejal, Secretaria de Gobierno, Alcaldesa) le antecede una excepcional formación Académica (Economista Summa Cum Laude de Harvard, y después doctora en Derecho de la Universidad del Rosario, candidata a doctorado de la Universidad de Salamanca).
Antagónica del neoliberalismo y comprometida con la Paz y partícipe de los trabajos que llevaron a crear los Estatutos del Partido Liberal hoy reivindicados por la Sentencia del Consejo de Estado, no parece que fuera difícil saber quien está más cerca de los auténticos seguidores de lo que ha representado el Partido Liberal en Colombia.
Por algo los auténticos liberales acuerdan programas con Clara López, mientras Rafael Pardo se presenta como el candidato de la U…