Han transcurrido 20 años del fallecimiento de Estanislao Zuleta, aquella figura paradigmática que en minutos conseguía que los auditorios mayores de cualquiera de las universidades colombianas se llenaran y que se paralizara por completo el acontecer universitario, pues gentes de todos los campos del saber se lanzaban a escucharlo; el mismo que podía llegar a una cafetería a conversar y en cuestión de segundos tenía a cientos de personas en torno suyo dispuestas a escucharlo, a cuestionarlo, a debatir con él. Ha pasado tanto tiempo de la muerte de este pensador colombiano que nunca ha resultado indiferente y que cosecha tanto odios como fanatismo, que llegó a ser vicerrector de una universidad pública, pero que también fue perseguido por los organismos de seguridad del Estado, que resulta lamentable el silencio estructurado que en torno a su obra se teje.
De su prolífica labor como exégeta, contamos con un par de libros producto de notables esfuerzos editoriales, gran parte de ellos marginales y uno con cierta sistematicidad, que se han propuesto recuperar su legado; tarea harto difícil de lograr si se tiene en cuenta que la mayor parte de su ¨obra¨ reposa en grabaciones de audio y video y, para que vea la luz de las imprentas, es necesario llevar a cabo todo un trabajo de transcripción, incluso, más que de transcripción es de reconstrucción en virtud de los formatos y los cánones que el academicismo demanda en sus publicaciones, olvidando a veces que si hay algo difícil es el encauzar a un rebelde que puso en cuestión el status quo y , por ende, todo su orden educativo, con sus reglas y sus ritos, con sus jerarquías y tiranías. En todo caso, una pequeña aunque valiosa parte de su aporte al pensamiento ha sido publicada por distintas universidades y editoriales de toda clase; entre todas ellas la Fundación Estanislao Zuleta y Hombre Nuevo Editores son quienes han dado más estabilidad al proyecto de difusión de sus ideas.
Ahora bien, hablo de silencio estructurado puesto que desde hace un par años una de las personas más cercanas a Estanislao, y acaso el principal guardián y editor de la obra del antioqueño, el maestro Alberto Valencia Gutiérrez, afirmó en el prólogo de uno de sus libros que el archivo con la totalidad del material, publicado y no publicado –la mayor parte no ha sido publicada- fue donado a la Universidad de Antioquia y esta se comprometió a llevar a cabo lo que tantos esperamos: una difusión generosa de los más de 236 discos que resultaron del trabajo de evaluación y clasificación que se adelantó con el material entregado a la UDEA. El maestro Valencia mencionó además una divulgación virtual que es decisiva y que de seguro esta alma máter está en plena capacidad de realizar. No obstante, poco ha sucedido con este asunto; a dicha universidad he escrito en varias ocasiones y no he obtenido respuesta de ni una sola de sus dependencias. En sus archivos en línea no hay razón de esos discos o de un plan de publicación; cuando he manifestado mis dudas a conocidos y lectores comprometidos de Estanislao, incluidas personas cercanas a dicha institución, lo único que obtengo por respuesta es que su legado está durmiendo el sueño de los justos.
Entre los libros que de él conservo, está un ejemplar de Estanislao Zuleta o la voluntad de comprender que en algún momento Alberto Valencia me obsequió y firmó. En la dedicatoria que amablemente hizo escribió que ¨[…] los jóvenes siempre fueron los principales interlocutores de Zuleta¨. Consigamos que siga siendo posible, que la potencia del pensamiento de Estanislao, su vigencia, su inmensa capacidad propositiva y la demanda de creatividad para contener y vivir inteligentemente en los conflictos, pueda constituirse en valiosa compañía para quienes no son presa del resignado escepticismo y no están dispuestos a cantar el eterno hossana del aburrimiento. Las instituciones universitarias establecen convenios todo el tiempo, dedican esfuerzos ingentes a la extensión y la investigación para el capital, también es necesario que lo hagan con cuestiones como estas y que nunca dejemos de recordárselo, de demandárselo, de hacer que suceda.