Los cónsules honorarios de Colombia en el exterior asumen el rol ad honorem y se convierten en personas claves para las comunidades residentes en esos países. Requiere tiempo, esfuerzo y dinero que no será retribuido porque no media relación laboral alguna con la Cancillería. Es una figura tradicional en la diplomacia y son muchos los cónsules que han dejado su huella entre los connacionales en los distintos países.
Sin embargo, algo pasó en estos seis meses de pandemia y 16 ciudades se quedaron sin la representación que los colombianos tenían a través de los cónsules honorarios.
Para ser cónsul honorario de Colombia no es necesario ser colombiano, pero las responsabilidades son muchas: además de prestar ayuda y asistencia a colombianos en la ciudad donde reside, tendrá que fomentar el desarrollo de las relaciones comerciales, económicas, culturales y científicas entre Colombia y el país receptor.
La avalancha de decretos que ha tenido que firmar el presidente Duque y la canciller Bulm desde el mes de julio del 2020, para declarar en cesación de funciones de al menos 16 consulados honorarios de Colombia en varios países de Asia, Europa, América y Oceanía, ha sido grande. Perder estos consulados honorarios significa una gran pérdida para las comunidades de colombianos que se quedan sin interlocución.
Lo curiosos es que simultáneamente al cierre permanente de dichos consulados, el gobierno dio apertura a otros cinco en ciudades donde nunca antes hubo representación consular colombiana. Estos son en la ciudad de Nursultán, Republica de Kasajistan; en la ciudad de Abuya, capital de Nigeria; en la ciudad de Praia, Republica de Cabo Verde; en Osaka, ciudad de Japón y en Abiyán, capital de Costa de Marfil.
No queda claro si la cancillería está cambiando su política frene a los consulados honorarios, pero lo cierto es que se han dado unos inexplicables cambios.