En Colombia matan un líder social cada dos días y el Presidente Duque no hace nada y su Fiscal Barbosa dice que no es sistemático y el uribismo si no lo celebra, calla y lo trivializa. Estamos viviendo el exterminio de todo un sector político y esto se llama genocidio.
Según Indepaz de Enero a Diciembre pasado fueron 234 líderes asesinados -347 en todo el gobierno Duque- pero Barbosa, dijo, ¡No! Es una exageración, solo fueron 84. Cinismo o ceguera: si un año tiene 52 semanas habrá notado que afirma que en promedio matan uno y más líderes y lideresas por semana, una cifra nefasta.
El asunto de controvertir la cifra es el recurso mezquino del gobierno para desviar la discusión, rebajar la gravedad y reforzar su versión de que esto no es sistemático, entonces viene la manipulación de las cifras y las narrativas. Con narrativas, digo, cuentos, retórica, versiones en medios de comunicación para confundir el asunto: el Fiscal dice son “fenómenos de criminalidad”, “particularidades territoriales”, “no existe relación entre uno y otro homicidio”, es ”delincuencia” o se debe a “diversas causas”: eufemismos, para ocultar una estructura criminal, ¿y por qué será?
El asunto aquí se vuelve retórico y los medios, como en todo, juegan un papel fundamental. No dicen nada. Se limitan a titular “asesinato de líder social”, así, a diario y generalizado, sin profundizar, sin investigar y sin relacionar los homicidios, como si cada uno fuera un hecho aislado. Recogen cifras de informes de organizaciones y opiniones de expertos en DDHH y reproducen las declaraciones del gobierno sin hacer crítica y sin señalar a nadie en concreto, solo sujetos retóricos: “mafias políticas ligadas al narco”, “el narco”, y más “mafias” y más “narcos”. O sea, nadie en concreto.
Hablar de sistematicidad es revelar la lógica criminal que opera bajo esto. Es voluntad política y el gobierno no la tiene. Sistemático es el método: asesinato a cuenta gotas cada dos días en un departamento de Colombia, luego en otro, sin focalizar, y sin modalidades colectivas, como eran las masacres de los noventas.
Sistemática es la negación del gobierno y el eco que hacen los medios: “lío de faldas”, “delincuencia”, “problemas asociados al narcotráfico”, “ajustes de cuentas”.
Sistemático es el perfil de los líderes asesinados: reclamantes de tierras, gestores culturales, denunciantes de la corrupción, defensores de derechos humanos, pedagogos, líderes afrodescendientes, líderes LGBTI, indígenas y opositores a economías extractivas e ilegales.
Estas no son “diversas causas” como explica el Fiscal Barbosa sino causas que tienen en común la construcción de un proyecto político y social distinto, no hegemónico y no sobre la base racial, extractivista y feudal de la economía colombiana.
Sistemático, noten, son los territorios escogidos pues son lugares donde poco y nada hace la presencia el Estado y que históricamente han padecido el conflicto armado y los factores estructurales que se le asocian como las economías ilegales, desescolarización, extractivismo y exclusión.
Los pueblos indígenas en su cosmovisión piensan la violencia colombiana como una sucesión de ciclos. Firmados los Acuerdos de Paz empezó este exterminio. Por ahí alguien dijo que el silencio de los fusiles nos hizo escuchar el ruido de la corrupción. Pero no, los fusiles no se callaron, Colombia inició hace rato su nuevo ciclo de violencia.
La estigmatización que sucede ahora es peligrosa y esta violencia se expandirá a quien reclame una ética y una justicia elemental para la superación moral de esta sociedad. La estrategia del miedo es favorable a la aniquilación de la alternativa política -el otro- y esta es la semilla y el germen del fascismo.
@magicosagitario