Según el periódico El Tiempo, en el transcurso de enero a febrero del 2018 fueron asesinados 226 líderes y lideresas sociales en Colombia. Comenzamos el año 2019 con 6 líderes asesinados en la primer semana, casi uno por día. Es decir la regla se mantiene. Y si hacemos retrospectiva, fueron asesinados 138 líderes en 2017 y 115 en 2016.
No quiero cometer el atropello de reducir este debate a cifras, ningún ser humano merece ser tratado como un número objeto de análisis. Siempre detrás de cada persona que muere violentamente, existen múltiples vínculos que se rompen, queda una familia entera que se convierte en víctima y, peor aún, queda el aniquilamiento de una historia de vida. Para este caso las cifras solo son un soporte para compartir algunas conclusiones que creo necesarias para entender este camino de sangre al que se someten quienes han decidido participar de la vida social, económica, cultural y política de sus territorios.
Según los datos anteriores, entre el 2016 y el 2019 en Colombia se han asesinado al menos 485 líderes y lideresas sociales. Lo más alarmante es que año tras año la cantidad de muertos aumenta por lo menos en un 20%.
El genocidio de la Unión Patriótica fue la clara muestra de que el establecimiento colombiano siempre ha sido enemigo de la organización social de las bases populares en el país. Dos candidatos a la presidencia, 7 congresistas, 13 diputados, 11 alcaldes, 70 concejales y más de 3000 líderes de procesos de base asesinados entre 1984 y 1993. Si hacemos una simple división matemática, mal hecha porque así no fue, podríamos decir que se asesinaron un poco más de 300 miembros de la Unión Patriótica cada año.
¿Por qué hablo de la UP?
Hay que decir que los candidatos a la presidencia o los congresistas no fueron los primeros asesinados. La política de exterminio llevada a cabo por los paramilitares y por el Estado Colombiano, (quien ya tuvo que aceptar su participación en el asesinato de Manuel Cepeda) consistió en acabar primero con las bases para después asesinar a sus cabezas más visibles, alcaldes, senadores etc.
¿Esas bases quiénes eran?
Líderes y lideresas de los procesos campesinos y obreros de la época. Primero asesinaron a la señora líder de un proceso de 20 madres desplazadas por el paramilitarismo y después acabaron con la vida de Bernardo Jaramillo. Es decir, para acabar a la UP primero mataron al grueso de sus militantes para que a la hora de terminar con sus líderes más importantes no tuvieran la fuerza para salir a protestar. Estamos ante un establecimiento frío y calculador, mentiroso, violento y tenaz a la hora de eliminar a quien amenace sus intereses corruptos.
¿Qué sucede hoy en Colombia con el asesinato de los líderes sociales?
Básicamente está sucediendo lo mismo con otras formas y con otros actores diferentes. Las principales organizaciones víctimas de este flagelo son Marcha Patriótica, la Cumbre Agraria, Étnica y Popular, El Congreso de los Pueblos, las organizaciones defensoras de DDHH, los reclamantes de tierras, los defensores del medio ambiente, en general todas las formas de organización popular en los territorios. Nada más peligroso en Colombia que exigir que se devuelva la tierra arrebatada en el marco del conflicto armado. Nada más peligroso que organizarse en contra de una multinacional que quiera explotar el rio que no le pertenece. Nada más peligroso que denunciar la presencia de grupos paramilitares ahora llamados “bandas Criminales”. La tarea que estos líderes han emprendido en Colombia es digna de héroes y son ellos quienes deberían estar en los grandes museos del mundo, no Santos ni mucho menos Uribe.
En Colombia están matando a las bases de un movimiento social y popular que ya alcanza a tener una bancada alternativa importante en el Congreso de La República. En 6 años cuando vuelva el asesinato de congresistas y candidatos ya no habrá quien se organice en los territorios para llamar a las protestas. Nos están matando y la historia volverá a llamar esto un genocidio. No creamos que el Gobierno Duque nos va a dar las garantías para que esto termine, imposible, en el fondo es la implementación del neoliberalismo y son ellos quienes se benefician de estos hechos atroces.
Es en las calles, con la frente en alto, que defenderemos la vida de quienes trabajan por una Colombia justa y en paz. Ante el terror y la muerte, nuestra respuesta será: organización, movilización y lucha. Lo haremos en paz y con la certeza de que esto algún día tiene que cambiar.