La campaña política actual lleva todos los visos de lucir desordenada y poco menos que caótica. Unas veces ese caos podría informar de estarnos acercando a un nuevo paradigma de gestión de la política; a la par de mostrar el aprovechamiento de viejas tendencia para, en río revuelto, obtener ganancias de pescadores.
Entonces es necesario abrir el debate acerca de sobre qué terreno pisamos para conformar que eso está sucediendo. Se notan los siguientes hechos.
- Quizás por primera vez desde las épocas de J.E. Gaitán hasta ahora no se había dado el caso de que un ciudadano de izquierda declarada domine las encuestas. A juzgar por la caricatura Partidor de Osuna aparecida en El Espectador, Petro está escapado del pelotón por lo menos con dos cuerpos de ventaja. El que un caricaturista se burle de esto hace parte del síntoma.
- La participación en redes sociales y plataformas, incluso de votación, abre expectativas nuevas e insospechados escenarios, todo lo cual todavía está en gestación. Para el MOE el asunto es todavía inasible.
- El Acuerdo de Paz, la JEP, y otras instancias internacionales concomitantes, abren el país hacia una mayor compenetración con cuanto a la comprensión de nuestro ámbito de nación.
- Ligado a lo anterior, ya casi despegan nuevas visiones de una Colombia post acuerdo que, al implementar la paz, obliga a un reacomodo de las fuerzas nacionales en todos los ámbitos.
- La pandemia y su brutal naturaleza simétrica, ha demostrado que es imposible un mundo pleno de solo Estados Nacionales. Este símil podría hacerse extensivo a la llegada de ciertas formas de socialismo todavía no totalmente decantadas en Latinoamérica con sus singulares énfasis.
- La insurgencia del narcotráfico, cada vez que hay una crisis de generación de capital o de divisas, podría estar significando una variable insoslayable que atrae una y otra vez graves problemas.
- La desaparición de la FARC en los términos en que se conocían, abre un espectro para que las ideas de izquierda ya no se juzguen como visceralmente subversivas y no se puedan hacer maccartismos.
- La derecha y la izquierda tradicionales, tanto como los sistemas capitalistas y socialistas puros, son insostenibles.
- Existe también un contexto correlativo internacional que hace juego.
- Todos los anteriores están sutilmente engarzados.
Este listado puede ser reemplazado por otro, sin embargo la idea proparadigmática de cambio permanecería. Si se pasa revista a cada punto se notará que tiene auspiciosas dinámicas propias inatajables y supremamente expansivas.
En qué parte del espectro de creencias, semiótica de las creencias, podría estar la mejor combinación para descollar y encontrar las soluciones salvadoras en cada caso. Creo que ese paradigma pasa por interpretar felizmente la metáfora de la nube. En qué consiste.
En el paradigma de la nube el nuevo universo pertenece a los desarrolladores.
Por ejemplo: China ha tenido éxito como nación desarrolladora al implementar un híbrido a la manera de Deng Xiaoping. Aunque ese híbrido, que supone una moratoria en su carrera al socialismo mientras se resuelven otras contradicciones más inminentes, todavía no se ha cumplido plenamente está garantizando escenarios de crecimiento insospechados e imparables que están al orden del día.
Otro ejemplo más casero. Petro ha insinuado que el uso y gestión que Uribe está haciendo de su finca el Ubérrimo es insatisfactoria. Uribe ha contestado que la ganadería es un negocio que no satisface ninguna factibilidad y su gestión es puramente romántica. Suponiendo que ambos estén en lo cierto, ¿qué tipo de gestión piloto podría desarrollarse a efectos de lograr mejores productividades?
Exploro una insinuación: ¿qué tal que en ese tipo de tierras aptas para la mecanización puedan producirse 20 ton / ha de maíz cada semestre, y tal maíz forrajero se use para estabulizar, o semi estabulizar el ganado, en vez del uso ganadero extensivo?
Obvio, se abre el debate sobre otras insinuaciones productivas, por ejemplo: producir 80 ton/ ha de proteína pura, implementando ciénagas, con agua del río Sinú, como presas de cultivo piscícola de especies tropicales terriblemente arrechos.
Es posible que sobre ambos ejemplos ya existan modelos en las olvidadas, y aparentemente inútiles, tesis de grado de las universidades del mundo.
Recientemente el economista José Antonio Ocampo produjo en alguna columna de El Tiempo una propuesta ambiciosa. Existe otra, más coyuntural de otro economista, Eduardo Sarmiento, que se desgañita sin que se vea que le paren bolas jamás.
En toda lucha de paradigmas según el libro Teoría de las Revoluciones Científicas, de Thomas Kuhn, que abrió hace mucho rato el debate mundial sobre el asunto, se dan enconadas luchas de las viejas ideas contra las nuevas. Eso es insoslayable.
Incluso luego, cierto tipo de desorden y desconcierto cabe mientras un paradigma domina y el otro cae para siempre. Entonces se hace necesario que la sociedad implemente mecanismos que manejen el escenario de la confrontación, incluso sin que se sepa hacia dónde concluirá yendo el paradigma. Necesitamos urgentemente que lluevan Centros de Pensamiento en las Universidades, o en las Corporaciones Gremiales.
Esto podría ser inminente en el caso que Petro gane. Es más, Petro debería establecer dentro de su programa de gobierno un área, quizás, un ministerio, que maneje la orientación de la lucha paradigmática que, no necesariamente, tenga de epicentro el Congreso, órgano que podría tener alguna nueva Comisión Legislativa que maneje lo de su competencia del asunto de puertas para dentro.
Nota, en el nuevo paradigma el Congreso debería cambiar su composición quizás por alguna en la nube.
Un ejemplo de que los cambios implicados ya cursan es el proceso que avanza en Chile. No pocas veces Chile ha marcado una ruta.
Sea del caso: ya Chile lleva dos gobiernos pretendidamente socialistas y acá en Colombia ni uno. Y Chile todavía no se ha derrumbado. Es más, ha basculado.