Fue hace una semana. El crujido. El corte de luz. Correr dejando la puerta abierta y la vida atrás. El estruendo del colapso. La nube de polvo. Un paisaje de sábado a oscuras. La vida hecha polvo. La muerte. Los damnificados. La noticia. Las lágrimas. El rescate.
Space es el nombre tristemente célebre de la urbanización que más se menciona hoy en el país. Espeis. Como un fonema de desastre. Como quien pronuncia un lamento que ayer fue la alegría de tantos que vieron allí la posibilidad de vivir aquello del hogar dulce hogar. Con la caída de la Torre 6 se han levantado tantas preguntas que no es exagerado decir que el panorama formal de la construcción privada en Colombia cambiará a partir de esa fotografía de la montaña de escombros que es la imagen con la que un país ha conocido este sitio. Y también es la imagen del dolor por diez desaparecidos y solo un muerto recuperado a la hora de escribir estas líneas. Y en mitad de todo aquel desasosiego el amor encuentra otras grietas para expresarse, para abrazar. En Space vi la solidaridad de incontables voces que esperaron en vigilia el regreso que no fue de Juan Esteban Cantor y terminaron, con velas y en silencio, rindiendo homenaje cuatro noches después a todos los que hoy son víctimas del colapso. Allí vi las manifestaciones de apoyo en los sánduches preparados por niñas de primaria que, uniformadas, llevan alimento a los rescatistas porque el profesor les dijo que debían estar muy cansados. Allí la forma de afrontar la adversidad dio a la alcaldesa encargada Claudia Restrepo un lugar muy merecido en el agradecimiento de toda una ciudad. Luego ella pasó la posta al alcalde en propiedad que regresó de su viaje en el exterior interrumpiendo sus vacaciones. Allí vi el valor de Telemedellín que hizo gala del sentido real de la televisión pública: un canal de servicio a la comunidad transmitiendo horas continuas con información vital y análisis necesario. Ante lo sucedido se activaron campañas espontáneas de acompañamiento, iniciativas ciudadanas, que después de un trino en twitter se han transformado en ayudas palpables para las familias de los vigilantes y obreros víctimas del colapso.
Claro que no todo es este brillo como respuesta. La mezquindad ha mostrado su peor lado con personas que detrás de actos de falso humanitarismo recogen dinero que no será para las víctimas sino para ellos. La prepotencia enseñó su cara con las declaraciones del ingeniero estructural Jorge Aristizábal Ochoa que —en representación de la constructora CDO— menospreció la orden de evacuación dada por las autoridades y señaló que no había peligro después del agrietamiento del edificio (¿aún hoy diría lo mismo?). Idéntica postura de la abogada de CDO frente a los habitantes momentos después de la primera general en falla de la torre y horas antes del derrumbe termina por hacer polvo la confianza. Igual que sucedió con el silencio de días de la constructora que solo se expresó por medio de un comunicado leído por el periodista Jota Jairo Hoyos que dejó más sinsabores que certezas en primera instancia. La renuncia de Álvaro Villegas Moreno — el primero, propietario de CDO, el segundo, arquitecto de Space— a sus cargos de presidente y vicepresidente de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros es la primera consecuencia obvia. Momento amargo para el sector de la construcción que solo con el tiempo tendrá una visión exacta del impacto que esta tragedia costará al ramo completo, no solo a los directos implicados. Todavía queda un mal sabor en la opinión pública: el hecho concreto de que el curador urbano segundo, Carlos Alberto Ruíz, tuviera propiedad en el conjunto residencial al que él otorgó las licencias de construcción. Y deja el tema de las curadurías también en el centro del huracán. O bajo los escombros. Como quiera verse.
Sucedió también que un hombre entró, imprudente, a Space y sacó cuatro gatos. David Gómez es su nombre. Algunos le llaman héroe. Yo no. Puso en peligro no solo su vida sino la de los verdaderos héroes que están allí desde el primer día: los socorristas que además de rescatarlo a él en su acto inconsecuente rescataron a la totalidad de las mascotas de las unidades residenciales evacuadas: Space, Asensi y Olivares. Veintidós en total. Hoy de entre las ruinas y los apartamentos desalojados ellos salvaron 15 animales (siete gatos, siete perros, una tortuga) y un día antes de esa intromisión habían rescatado dos aves, tres gatos y dos perros. ¿Héroe quién? Los rescatistas, anónimos, voluntarios, entrenados, que hacen su labor responsablemente. Ellos sí. No el hombre que casi causa otra tragedia. Si quieren saber el nombre de un héroe les digo este: Jaime Enrique Gómez.
Jaime es el director (e) del DAGRD que ordenó el viernes la evacuación preventiva de la torre 6 de Space aunque la constructora CDO se opusiera a su criterio. Jaime Enrique Gómez salvó tantas vidas. Héroe. En días como estos sabes que Héroe es una palabra con total vigencia entre nosotros. Bajo la lluvia de estas tardes y noches va un abrazo para ellos.
Seamos sinceros: nadie construye un edificio con la intención de verlo caer. Pero sucedió. Por primera vez en Colombia sucedió esto y las investigaciones de toda índole deben contar quiénes son los responsables. Apartamentos cuyo costo va entre 230 y 500 millones de pesos deben ofrecer —entre otras cosas— la seguridad de que no se van a caer.
Pasados los días la desaparición de la Torre 5 es una decisión irrevocable. La búsqueda de las víctimas aún desaparecidas sigue la marcha. La intención de que alguien regrese a vivir en las torres 1 a 4 es poco probable cuando hablas con los evacuados y cabe la pregunta que dice ¿no debería demolerse todo Space? Claro que hay demasiados intereses detrás de esa respuesta y análisis técnico. Pero también temor. El viernes tembló en el Chocó (4 grados en la escala) y el remezón que en otras condiciones sería imperceptible inclinó un poco la desahuciada Torre 5, lo que obligó al repliegue inmediato de los grupos de socorro.
"Estamos frente a la muerte contundente" fue una frase pronunciada el domingo pasado ante las ruinas de Space con los primeros rayos de sol iluminando los escombros de lo que ya nunca más será igual. Aquí es obvio que Tragedia y Víctima son palabras que no conocen ni escogen estratos, por eso mismo Solidaridad debe ser igual y llegar a cada lugar. El diccionario más acertado, no importa la editorial, señala que el sinónimo más exacto de Vida es Fragilidad.