Hoy le escuché decir a la docente de una Universidad que estaba odiando a unos colegas muy reconocidos porque dijeron públicamente que no había que estudiar periodismo; que a ella le parecía inaudito porque “reforzaba el fenómeno de disminución en el ingreso de alumnos a las facultades de Comunicación Social y Periodismo”. Acto seguido, le dije que me sumara a su lista, que me iba que tener que odiar a mí también, porque estoy totalmente de acuerdo con ellos… se quedó muda.
No es la primera vez que lo menciono en este espacio, pero hoy tengo más razones. La crisis del periodismo y de los medios de comunicación es innegable frente a tres componentes:
- El económico.
- La migración de las audiencias de los medios tradicionales a los de convergencia o 360 grados (internet) por su preferencia en consumir los contenidos que quiere, cuando quiere y donde quiere.
- La calidad de los contenidos, inherente a la calidad profesional de los periodistas.
Ya me imagino a muchos colegas diciendo que me enloquecí, que cómo después de semejante montón de despidos en algunos medios muy importantes se me ocurre tal barbaridad: que estamos en el mejor momento para el periodismo. Pues claro que sí, ¿y saben por qué? Porque les llegó la hora a las universidades de esta importantísima profesión, de depurar lo que hace unas tres décadas vienen haciendo: llenar sus arcas graduando ríos de “profesionales” que pasaron de ser estudiantes frívolos, que no leen, irresponsables (tanto como sus facultades), a ser periodistas mediocres, sin criterio, sin objetividad, sin rigurosidad, sin conocer ni investigar su fuente, militantes soterrados, amarillistas, que son capaces de salir sin la contraparte en su información y -además de todo- gallitos finos que creen que después de ellos sigue la pared, y se regodean en su ignorancia y el mal trato a quienes se acercan a precisar información. ¿Que en esta cochada no están todos?, claro que no, pero sí muchos, muchísimos.
No entiendo por qué siendo el periodismo una carrera creada para buscar nada más y nada menos que la verdad, defender a los ciudadanos, informarlos objetivamente y nutrir a la opinión pública no tiene en las universidades unos requisitos fuertes para recibir a sus estudiantes como sucede con la medicina y muchas otras profesiones que exigen altas calificaciones, calidad, conocimiento, nivel… No, porque es el negocio con la educación que por fortuna les está haciendo crisis.
Que ya no mucha gente quiera estudiar periodismo me parece un alivio porque es parte de la depuración. Así como los medios tradicionales están buscando también ser digitales o desaparecen, el periodismo debería transformarse en una especialización y/o maestría para profesionales de diferentes disciplinas, como los que han incursionado en nuestro campo durante los últimos años. “Es que las facultades de Comunicación ya tienen en su pénsum todo el tema digital”, me dijo la docente que me llevó a escribir esta columna. “Es que el asunto es mucho más profundo, va más allá de manejar algoritmos, tuitear o mover las redes. Si no se escoge lo mejor en el ingreso, no se exige durante la carrera y egresan profesionales que sigan diciendo Consejo de la “Adjudicatura”, por ejemplo, o no escriban con ortografía y no sepan hablar vamos a seguir en las mismas, pero con redes”, le contesté. ¡No, qué maravilla!
Y no es que no haya lunares en el periodismo del pasado, claro que los hay, pero no es la decadencia que vemos hoy y que viene desde los periodistas “conspiretas” y los “cacaos” del proceso ocho mil que, en lugar de desaparecer, algunos se cambiaron de bando, se mezclaron y se quedaron para confundir a la opinión, tal como lo comenta en un análisis muy interesante Ricardo Galán en su Libreta de Apuntes.
“Se abandonó la reportería porque es más fácil
sentarse frente a un computador y mirar redes,
que ir a cubrir los acontecimientos”
Estoy de acuerdo con Ricardo cuando dice que hay que volver a las bases del oficio, hacerlo bien. “Se abandonó la reportería porque es más fácil sentarse frente a un computador y mirar redes, que ir a cubrir los acontecimientos. O en lugar de entrevistar a una persona teniendo la opción de contrapreguntar, le dicen: ‘mándeme una reacción por WhatsApp’” dice. Y claro que eso no es periodismo porque hay que ir a ver si es cierto o no. Hay que regresar a la ética, la objetividad, la imparcialidad y la pasión.
“El New York Times encontró que el problema eran los contenidos originales y en lugar de despedir, contrató periodistas y se diversificó. Rescató el periodismo básico que averigua las noticias, que tiene las noticias, que escribe bien las noticias, que cuenta bien las noticias y tiene la fotografía correcta, el video correcto en el momento correcto y asunto resuelto. Eso es lo que hay que salir a decir, no que el gobierno me persigue, o que los anunciantes hicieron una trinca para joderme, o lo que sea… no, esa no es la solución. Es hacer el trabajo. Hagamos bien el trabajo y verán que llega la gente y con ella los anunciantes o los suscriptores” agrega Galán en su podcast.
He estado en todas las orillas de la comunicación (reportera, presentadora de noticias, directora de programas, directora de Comunicaciones y asesora en los sectores público y privado) y creo firmemente que nunca había tenido un mejor futuro el periodismo con tantas oportunidades gratuitas de ejercerlo como trabajo intelectual, como ahora. Con un celular se hacen audios, videos, fotos, textos, gráficas y se tiene presencia en las redes. Ánimo colegas, el que es bueno sobresaldrá y sobrevivirá en este momento crucial. A crear comunidades, a aliarse. ¡Hay mucho por hacer!
¡Hasta el próximo miércoles!