No hay duda alguna de las miserables condiciones sociales en el mundo, donde muchos tienen poco y pocos tienen todo, más aún en nuestro país donde las riquezas producto del ingenio y el emprendimiento son pocas y la mayoría de grandes acaudalados le deben sus comodidades al engaño y la corrupción. Esto ha causado que entre las clases trabajadoras se creara una imagen que asocia indiscutiblemente al rico con el aprovechamiento, el abuso y el fraude, instaurando en sí mismos una absoluta negación a ocupar en algún momento de sus vidas ese codiciado y odiado estatus.
Casi como una obra de ingeniería social minuciosamente controlada se evita que las personas que trabajan día a día gran cantidad de horas no asciendan en la escala socioeconómica, a pesar de que en los medios los gobiernos se muestren como firmes impulsadores del emprendimiento, el comercio y la innovación, ponen miles de trabas y obstáculos en el camino del pequeño empresario, del pequeño comerciante y del empleado que sueña con tener una casa para sus hijos o un vehículo que le facilite moverse a su lugar de trabajo.
Tantas dificultades y condiciones para obtener un poco de sustento han llevado a que la mente de las personas se congelen en su situación actual, asumiendo que ante la magnitud de las necesidades y las pocas oportunidades que nos brindan estamos condenados a vivir en la pobreza por el resto de nuestros días, que la riqueza es para ellos y que las ideas no tienen cabida en un país donde tener dinero está influido por la habilidad que tengas para tumbar al otro, por la rosca y los favores políticos.
Esa mentalidad que nos han instaurado nos desmotiva, sumergiéndonos en el círculo vicioso de la desesperanza y la pereza, mientras la cantidad de personas que ven el pedir y dar lastima como el mejor de los negocios aumenta drásticamente, los demás trabajan en piloto automático, ganando apenas para subsistir.
Es momento de que la clase trabajadora se convenza de su capacidad innata de progresar y salir adelante, de dejar de esperar que nuestros gobernantes, esos que quieren vernos pobres por siempre, cambien el país y nos den una muestra gratis de nuestros propios sueños. Es tiempo de comenzar a actuar y demostrar que esa idea, ese sueño, esa casa, esa empresa, ese viaje, esa familia se puede hacer realidad, de mostrarle al mundo que vivimos en un país lleno de riquezas pero donde lastimosamente los ricos son los que tienen la mente más pobre.