El Partido Verde, luego de tener una lluvia de éxitos en las elecciones regionales de 2019, logrando obtener la primer alcaldesa de Bogotá y con la mayor votación de la historia para un alcalde de la capital, logra obtener 12 de 45 concejales en Bogotá y la alcaldía en ciudades capitales como Cali, Manizales, Cúcuta, Florencia; por alianzas lograron obtener a otros burgomaestres en gobernaciones como Boyacá, Córdoba, Antioquia y Caldas. Fueron quienes además en 2018 obtuvieron al segundo senador más votado, quien fue Antanas Mockus, con un poco más de 536mil.
Tan solo tres años y medio después, a menos de seis meses de la primera vuelta presidencial, el Partido Verde, se encontraba en la disyuntiva entre irse con el populismo del Siglo XXI, encarnado por Gustavo Petro y sus defensores verdes como Inti Asprilla (hijo del exsecretario de gobierno de Petro, Guillermo Asprilla) y Katherine Miranda, o apoyar a los catedráticos y políticos Sergio Fajardo o Alejandro Gaviria promovidos por Angélica Lozano, Juanita Goebertus y demás.
Pero ante la inminente implosión que se veía venir al interior de este partido que lleva no más de 16 años de creación, la bancada parlamentaria de los Verdes decidió irse por la decisión más insípida pero salomónica, con el fin no cimentar las bases de su extinción: dejar en libertad a su militancia y que estos sean quienes se decanten entre apoyar al Pacto Histórico (Gustavo Petro) o si por lo contrario apoyan a un candidato de la casa en la Coalición de la Esperanza con Sergio Fajardo o al reencauchado exministro de salud y exrector de los Andes Alejandro Gaviria.
Lo único cierto es que de esos verdes que se veían como una esperanza de cambio en el gobierno nacional en el 2018, tan solo tres años y medio después solo quedan los recuerdos, la división entre los verdes petristas y los verdes esta poco a poco fragmentando al partido que en 2005 se creo como un partido de centro, pero que cada día más comienza a redibujarse como un partido de izquierda y comodín de algunos políticos que no quieren irse con extremos para aumentar sus nichos electorales.
Solo queda esperar si esta libertad a la militancia, que más que a las “bases verdes” es a esa bandada de congresistas, diputados, concejales y ediles verdes que quieren que su partido apoye al candidato de izquierda logra sufrir efecto; y que si bien ya comienza a verse una marcada división al interior de esta colectividad, tendremos que esperar al 13 de marzo para ver cómo quedan parados en miras a las elecciones de primer y segunda vuelta presidencial y a quien terminarán apoyando o si seguirán en esta línea de insipidez electoral a la cual se lanzaron este 16 de noviembre.
