En su carta inconclusa a su amigo el mexicano Manuel Mercado, nuestro héroe nacional José Martí y Pérez, le decía: “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas y mi onda es la de David, todo lo que hago y haré será para impedir a tiempo con la independencia de Cuba que Estados Unidos se extienda una vez más por nuestra tierra de América”.
Desde entonces, el pueblo cubano ha venido interpretando a Martí y dignamente defendiendo su independencia y soberanía. Fue la onda de David la que esgrimió el canciller Bruno Rodríguez Parrilla,cuando expuso, ante la comunidad internacional, la contundente denuncia contra Estados Unidos y explicó en detalles por qué el “norte revuelto y brutal” comete un genocidio, como lo indica el inciso C del artículo II de la Convención de Ginebra para la Prevención y la Sanción de delito de Genocidio de 1948, contra el pueblo cubano.
La aplastante derrota política sufrida en las Naciones Unidas, por el gobierno de Donald Trump, a nivel planetario debía provocar en el “establishment” estadounidense una profunda reflexión y presionar al gobierno y a los sectores que, en el Congreso, mantienen la errada conducta de negarse a derogar las leyes Helms-Burton y de bloqueo económico y comercial contra la isla y promover una política de buen vecino, que es lo que desea la mayoría de ambos pueblos.
Con una votación de 187 países a favor del levantamiento del bloqueo, 3 votos en contra y 2 abstenciones, se demostró el aislamiento que tiene Estados Unidos en esta política de sanciones y bloqueo económico contra Cuba.
Cínica fue la intervención de la embajadora Kelly Craft, triste papel de la funcionaria, a quien la llevaron a mentirle a las representaciones diplomáticas en la ONU. En su discurso llega a desconocer los graves daños que en estos 58 años de bloqueo económico han cometido contra la pequeña, pero digna, isla de Cuba.
Los manidos argumentos contra la isla, sobre la supuesta violación de los derechos humanos, la libertad de expresión y otras inventadas acusaciones, entre ellas de que Cuba es la culpable de la inestabilidad en la región y el cuestionamiento al apoyo a la hermana república de Venezuela, fue otra de las perlas, expresadas por la diplomática estadounidense, la que después de su discurso, desapareció del escaño, donde debió sentarse, al menos por respeto a los países allí representados, y abandonó la sala.
Era para ella difícil escuchar la ola de críticas y condena a la política de bloqueo, por cerca de unos 30 oradores que, desde esa tribuna, expresaron a nombre de sus países y de organizaciones regionales.
Los principales aliados de Estados Unidos, condenaron el bloqueo que aplica impunemente al pueblo cubano y coinciden en que se trata de una flagrante violación al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas.
Es ese pueblo el que hoy sufre restricciones y se le niega las posibilidades de desarrollo y prosperidad y más grave aún se le niega la compra de insumos y medicamentos y cuyo resultado lo está pagando el pueblo y causando muertes y mutilaciones, que se hubieran evitado si no existiera el bloqueo.
Vergonzosa ha sido la votación de Brasil y Colombia, el primero subordinado a la política de Estados Unidos, quebrando el tradicional proceder que, por 27 años, han mantenido los gobiernos brasileños, de votar a favor de la resolución que pide el levantamiento del bloqueo a Cuba.
La bochornosa conducta de sumisión a Estados Unidos del presidente Bolsonaro, obra en contra de la dignidad del pueblo brasileño y pone en peligro la soberanía de Brasil, una nación que, por su desarrollo científico técnico y poder económico, debía convertirse en el adalid de la integración y unidad latinoamericana, la cual con su conducta ha quebrado.
Bolsonaro al entregarse cobardemente a las órdenes de Estados Unidos rindió las banderas y se vendió a las grandes transnacionales. La Casa Blanca le ganó la batalla a Brasil, batalla que no pudo ganar con los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff, que mantuvieron con firmeza sus posiciones, en defensa de los intereses nacionales de los brasileños. No olvidar que el Plan Colombia, convertido en la Iniciativa Regional Andina, fue y es el instrumento utilizado por Estados Unidos para recuperar su poder e influencia en Suramérica.
La abstención de Colombia estaba cantada, el propio canciller cubano, había denunciado que Estados Unidos estaba presionando a varios países de la región, sobre todo los que forman parte del cadavérico Grupo de Lima. Colombia se ha convertido en una marioneta que Estados Unidos mueve a su antojo y conveniencia, especialmente, en su conspiración contra Venezuela.
El gobierno de Duque se abstuvo, votar en contra hubiera provocado una gran protesta interna, de todos modos el rechazo a su decisión de sumarse a Estados Unidos contra Cuba, le está provocando hoy serios cuestionamientos a un gobierno que no tiene moral, autoridad y es una desvergonzada acción que la historia tomará en cuenta.
Resulta infame y totalmente contradictorio el discurso de la embajadora Craft, de acusar a Cuba de violar los derechos humanos y que acepte que el gobierno de Duque-Uribe se haya sumado a la posición de Estados Unidos contra Cuba. Cuando en la actualidad Colombia, es uno de los países donde se está aplicando una política de terrorismo de Estado, pues resulta imposible creer que los cerca de 800 líderes sociales e indígenas y 160 ex miembros desmovilizados de la guerrilla que han sido asesinados y que el gobierno no pueda, ni tan siquiera, detener a uno de estos sicarios.
El asesinato de 8 niños por un salvaje bombardeo de las Fuerzas Militares en el Caquetá, contra un supuesto campamento de las Farc-Ep hace apenas unos 4 o 5 días atrás, llevó al senador Roy Barrera a solicitar un juicio político contra el ministro de Defensa, Guillermo Botero.
En dicho juicio Botero, trató de justificar el asesinato de estos menores y tuvo la osadía de señalar que eran “guerrilleros”, regresando a la época, de los tristemente conocidos “falsos positivos”, que se ejecutaban en el gobierno de Uribe Vélez, el ministro sin posibilidades de salir del pantano en el que se metió, la solución la dio el Presidente, al pedir la renuncia, al neofascista Botero quien aceptó de inmediato. La decisión de Duque no era más que para evitar que creciera el nivel de descontento y pasara a mayores, en realidad, por un hecho como éste, el presidente y el alto mando militar deben rendir cuenta, porque el asesinato de estos jóvenes no deben quedar en la impunidad.
En cuanto al voto de abstención de Colombia, este se inscribe en el alto nivel de subordinación que tiene el gobierno de Duque ante el gobierno de Washington, se sabe que desde hace muchos años y durante el gobierno de Uribe Vélez, la soberanía colombiana está en manos de Estados Unidos. En lo que respecta a Cuba nuestro pueblo siempre seguirá siendo solidario con el pueblo colombiano y pendiente de que este querido pueblo alcance la verdadera paz con justicia social.
Al gobierno derechista de Duque solo se le puede decir, ustedes pagan con traición a quienes le han dado la mano.