La historia de tensión entre estos dos países es de vieja data, sin embargo, desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha habido un cambio importante que fue el que llevó a la situación actual.
Trump desde la misma campaña electoral ha empleado una retórica fuerte contra Irán. Siempre se mostró crítico con el acuerdo nuclear firmado entre la administración de Obama e Irán, al punto de decir que una vez electo rompería el acuerdo y obligaría a Irán a firmar el acuerdo que él y los “americanos” quisieran.
Así las cosas, era de esperar que más tarde o más temprano llegásemos a esta situación, pues Trump nunca ha escondido su animadversión hacia Irán y su deseo de derrumbar aquel régimen. El asesinato con un drone en suelo de Irak del general Soleimani fue solo una nueva irresponsabilidad más de las que tanto ha cometido Trump. Este asesinato como era de esperar ayudó al régimen de Irán a reforzarse en el poder, al hacer aflorar el patriotismo y la defensa de la nación ante una agresión extranjera. Este cálculo parece haber sido subvalorado o menospreciado por los estrategas de la Casa Blanca.
El entierro de Soleimani nos dejó imágenes de manifestaciones multitudinarias a la vez que las lágrimas del líder iraní Jamenei prometiendo venganza. Sin duda fue una afrenta muy fuerte la que cometió Trump contra Irán, que desconoce el sentido del honor y el martirio para aquel pueblo. Es así que a la vez que lloraban a su general, sentían que este había ganado el cielo por medio del martirio. Para ellos ahora es una cuestión de honor y cultural y religiosamente, esto no le temen a la muerte y menos si es luchando en defensa de su nación. En consecuencia, nos enfrentamos a una situación cada vez más compleja.
Irán respondió atacando con unos misiles a dos instalaciones militares en Irak en donde se encontraban militares de EE.UU. Sin embargo, Trump dijo que no hubo bajas y los daños fueron menores, pero Jamenei y el gobierno de Irán anunciaron que esta acción no era suficiente venganza y por lo tanto no consideraban que se hubiese hecho justicia. Ante este panorama salen voces belicistas a favor de Irán como justiciero en contra del “imperio” esto es una estupidez. Lo mismo que las voces de EE. UU. y occidente de destruir a Irán. Las dos son igualmente estúpidas y mezquinas. El que llame a la guerra y quiera verla por televisión desde la comodidad de su casa no es humano.
En definitiva, debemos llamar a los buenos oficios de la diplomacia y las relaciones internacionales para volver a la tranquilidad y normalizar la situación de la región.
