Estados Unidos: ¿adiós a las invasiones?

Estados Unidos: ¿adiós a las invasiones?

Estados Unidos tiene una historia de intervencionismo que le ha servido para consolidarse como potencia. Pero con la salida de Afganistán podrían cambiar las cosas

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
septiembre 08, 2021
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Estados Unidos: ¿adiós a las invasiones?
Foto: Pixabay

Con salidas despelotadas en Vietnam y Afganistán, adonde con todo su potencial de fuego llegaron bajo supuesta misión de “apóstoles de la libertad, valores democráticos y lucha contra el terrorismo”, los Estados Unidos, con Biden, parecen atenuar la agresiva política de intervención abierta o soterrada en asuntos internos de los países, asumida tras emerger como potencia triunfadora de la Segunda Guerra Mundial.

Para derrotar a Hitler los aliados pactaron con Stalin, caudillo de la Unión Soviética, cediéndoles: Alemania Oriental, Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Bulgaria, Hungría, Albania, etiquetados por Churchill en la “cortina de hierro”.

Buscando evitar la expansión del comunismo en Europa crearon la OTAN como alianza militar de las llamadas “democracias occidentales” del Atlántico Norte y en el resto del planeta iniciaron la “guerra fría” atemperada por la mutua amenaza atómica y enfrentamientos a través de terceros, fuera de los territorios de ambas superpotencias, como sucedió a partir de la Guerra de Corea con los soviéticos apoyando a Corea del Norte y los gringos y aliados occidentales a Corea del Sur, después de que en 1949 en China acababa de triunfar la revolución maoísta.

La “guerra fría” declarada en 1947 también incluyó atentados personales y conspiraciones, promovidas por la naciente CIA, contra líderes y partidos promotores de reformas y cambios contrarios a intereses de multinacionales petroleras en el Medio Oriente, (como en Irán cuando derrocaron a Mossadegh que nacionalizó el petróleo y subieron al Sha), al igual que en Latinoamérica defendiendo además monopolios de azucareras y bananeras instaladas en el Caribe, centro y Suramérica.

Algunos analistas consideran que el asesinato del caudillo liberal con ideas socialistas Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, cuando era favorito para ganar la presidencia de Colombia, fue una de las primeras intervenciones secretas de la inteligencia norteamericana enmarcadas en la guerra fría.

Gracias a documentos secretos desclasificados en los Estados Unidos, el derrocamiento del gobierno de Guatemala, encabezado por Jacobo Arbenz, fue promovido por la CIA cuando se atrevió a impulsar la reforma agraria que afectó intereses de la United Fruit Company, la misma de la masacre de las bananeras narrada por Gabo en Cien años de soledad.

En nuestro continente la CIA también patrocinó dictaduras sanguinarias como las del sargento Fulgencio Batista en Cuba, Rafael Leonidas Trujillo en República Dominica (novelado en La fiesta de chivo por Mario Vargas Llosa), Francois Duvalier o Papa Doc, en Haití, con sus temibles paramilitares tonton macoutes, Anastasio Somoza y su dinastía en Nicaragua, Noriega en Panamá, y en sur América las dictaduras de Stroessner en Paraguay y las Juntas Militares que entre los sesenta y setenta sembraron el terror en Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, cuando en 1971 Pinochet, el posterior “conejillo de indias” del neoliberalismo, derrocó a Allende, primer presidente socialista elegido en las urnas.

En Colombia, sin necesidad de dictaduras militares pero con gobiernos en permanente Estado de Sitio, ejercieron gran influencia capacitando en la Escuela de las Américas de Panamá a oficiales de las fuerzas armadas alineados en la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, señalando a líderes comunitarios y reformistas con el “enemigo interno” y “aliados de la subversión”, a los que también había que combatir recurriendo a los grupos paramilitares, cuya creación, preparación y armamento ellos mismos patrocinaron.

Por eso en Colombia ha sido tan difícil conocer la verdad sobre los orígenes del conflicto y sus patrocinadores encubiertos, pues en los archivos del gobierno y organismos de inteligencia norteamericano duermen muchos expedientes e información que no divulgan porque compromete a importantes dirigentes políticos, empresarios del país y de los Estados Unidos que despuntando el siglo XXI diseñaron el Plan Colombia, entre ellos Biden, quienes debajo de cuerda han atizado con gasolina el conflicto, potenciado al insistir en la inútil guerra contra las drogas, impuesta hace 50 años en el gobierno de Nixon.

Al terminar la guerra fría en 1991 y desmoronarse la Unión Soviética, los Estados Unidos, con el neoliberalismo arrastrando la economía mundial, quedaron de potencia hegemónica; pero los tiene desgastados: el peso económico y político de sus contradicciones internas, alborotadas por los terroristas supremacistas blancos de Trump, evidencian la vulnerabilidad de sus instituciones democráticas y externas, exacerbadas después de sus guerras en el Golfo, Afganistán, Irak, Libia y Siria.

Mientras tanto China, con acelerado desarrollo tecnológico, resurgió como potencia disputándole la hegemonía mundial, y Rusia, sin tanto poderío económico, todavía conserva sus peligrosos arsenales nucleares.

 

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