Hace un tiempo tuve la posibilidad de conocer la historia de los hermanos Luis y Sergio Saiz Montes de Oca, quienes, durante la dictadura de Batista, la que derrocaría en el año 59 Fidel Castro, fueron asesinados. Con sus cortas edades (18 y 17 años respectivamente) habían tenido la posibilidad de acceder a una profunda sensibilidad literaria al igual que un entendimiento de las ideas revolucionarias, como fervientes seguidores de José Martí.
Así el 13 de agosto de 1957 cuando se dirigían a rendir homenaje por el cumpleaños de Castro, en una muerte que bien podría cubrir toda una antología poética, no por la crueldad que se encierra en los hechos perpetrados, sino por la humanidad manifiesta entre estos hermanos sujetos de la persecución estatal: En la tarde de ese día Sergio fue increpado por dos soldados vestidos de civil al haber adelantado unos pasos a su hermano, al rechazar el registro e intercambiar fuertes palabras con los agresores, fue golpeado y amenazado con un arma, ¡cobarde! — exclama Sergio— lo que permite a su hermano percatarse de lo sucedido acudiendo en auxilio exclamando a su vez ¡mátame a mí, y no a mi hermano!: el arma fue disparada primero contra Sergio y luego contra Luis, cegando así sus vidas, a año y medio de la revolución.
En Colombia la situación nada distinta por aquellas épocas nos permite recordar los días 8 y 9 de junio de 1954 en los que caen abatidos por las armas también de militares 12 estudiantes, el primero Uriel Gutiérrez el día 8, conmemoración del asesinato del también estudiante Gonzalo Bravo Pérez 25 años antes y el asesinato el día 9 de once estudiantes más que habían continuado la protesta por el asesinato de su compañero el día anterior.
Me permito unir estos hechos como un solo y heroico acto de la fuerza juvenil y estudiantil latinoamericana: los hermanos Luis y Sergio Saiz el primero estudiante de derecho y el segundo pronto a ingresar a medicina, Uriel Gutiérrez estudiante de medicina y Gonzalo Bravo estudiante de derecho muertos el mismo día con 25 años de distancia, hermanos en la lucha por los derechos, porque los actos de cobardía de quienes ostentan el poder se reproducen en el tiempo, Gonzalo Bravo protestaba por la denominada masacre de las bananeras del año 1928, Uriel Gutiérrez por el asesinado del primer mártir estudiantil en Colombia y los 11 caídos del 9 de junio por el asesinato de su compañero el día anterior.
La suerte de los jóvenes en América Latina viene siendo la misma que la de los hermanos Saiz, la de Bravo y la de Gutiérrez, la suerte del propio Dilan Cruz que se convirtiera en el símbolo del Paro Nacional iniciado el 21 de noviembre del año 2019 y es que a los jóvenes en Colombia se les limitan las posibilidades, a los jóvenes en América Latina se les ha aplastado y mancillado al mejor estilo de los estados autoritarios, cuya mejor descripción sería la del Leviatán de Hobbes que pretende mantener a sus miembros sumidos en el temor. A los jóvenes se le cercenan las oportunidades a causa de las balas y a causa del mercado, la primera corta sus vidas la segunda sus posibilidades, porque para ingresar a estudiar una carrera profesional prima el lucro por sobre el derecho.
Hoy en época de pandemia han salido a lucir más las desigualdades a causa del modelo económico impuesto, desigualdades manifiestas por ejemplo en la conectividad, un elemento que para los tiempos que vivimos debería ser básico porque aleja a las comunidades de la posibilidad de continuar su proceso de escolaridad y formación, ni que decir del hambre y la inequidad que atraviesa sendos territorios de Colombia abandonados históricamente por el Estado en donde prima la corrupción exacerbada principalmente en épocas electorales.
Para finalizar, cabe preguntar al Jefe de Estado y su equipo de ministros, qué ha pasado con los acuerdos firmados con los estudiantes en el año 2018, los acuerdos firmados con el magisterio del año 2017, la implementación de los acuerdos de paz, principalmente el primer punto relacionado con el campo: la reforma rural integral, teniendo presente que se acaba de conmemorar el día del campesino el 2 de junio y por supuesto, cómo olvidarlo: qué explicación nos dan acerca del bombardeo a los niños en el Caquetá en noviembre del 2019.