Un Estado gerencial es uno capaz de hacer eficiente uso de los recursos públicos en la inversión. También, uno que es mesurado en el gasto y maneja un gasto austero e inteligente.
Ese Estado gerencial es contrario a un Estado grande. Cuando digo grande me refiero al que aumenta los recursos públicos al servicio de la administración en rubros que no son necesarios o netamente eficientes. Por tanto, lo que un Estado gerencial busca es disminuir al Estado al punto que sea capaz de funcionar sin exigir a la población altos porcentajes de sus ingresos traducidos en impuestos, sino que los ingresos que la persona recibe sean para el uso de la inversión personal, promoviendo la creación de empresa y que esta con la compañía del Estado en temas de control y vigilancia le permitan crecer al país.
Así lo destacó el Plan de Desarrollo 2002 – 2006, “Hacia un Estado Comunitario”, donde en uno de sus capítulos definió el Estado gerencial, como un Estado capaz de administrar lo publico con eficiencia y honestidad. Aunque considero que esta política tuvo resultados, estos son debatibles. En Colombia entre 2002 y 2010 se reestructuraron 465 entidades estatales, que permitieron un ahorro del 5,35% del PIB. Además, se reestructuraron 244 hospitales públicos que permitieron un ahorro de $785.800 millones.
Por otra parte Ecopetrol hizo reformas en temas laborales y pensionales, además de accionarias, donde se trasladaron $11,3 billones de pesos a la nación entre 2008 y 2009. Empresas como Telecom pasaron de dar pérdidas anuales, a dar utilidades acumuladas muy superiores a lo que se tenía.
Ese es el Estado que hoy debería replicar la actual administración de nuestro país, aplicando un ahorro medido en los rubros del país, no aumentando el gasto público como ha venido sucediendo – $8,5 billones aumento el gasto público[1] – en los últimos años.