Cuando los inquilinos llegaron al apartamento encontraron tan solo un brazo de la pequeña Mija Krupaityte debajo del cuerpo de su mamá Milda Stucinskaite, que se había quedado dormida sobre el sillón. Ese día había consumido todos los licores que se habían cruzado por su camino y junto a su esposo Audrius Krupaitis le habían dado unas fumadas a su pipa llena de marihuana para pasar la noche. Al ver la catastrófica escena, los vecinos atinaron a despertar a los padres mientras se abalanzaban sobre la bebé de tan solo cuatro meses para reanimarla. La alzaron, le dieron respiración boca a boca, la movieron por todo la casa intentando que respirara pero era demasiado tarde, la niña tenía sus ojos cerrados sin ninguna señal de vida.
Los detalles del crimen, que consideró el juez como negligencia, se conocieron durante el juicio contra los padres de 32 años y de origen lituano. Efectivamente tanto Stucinskaite como Krupaitis tenían el triple de alcohol en su sangre del que se permite en Inglaterra para conducir. Estaban alcoholizados al borde de la inconsciencia, según el examen de sangre, el estado más crítico era el de la mamá. "Fue mi culpa, me quedé dormido y cuando desperté ella estaba sobre el suelo", confesó el papá mientras la madre en su intervención gritaba desesperada: "me senté en la bebé".
Los vecinos que atendieron a la pequeña aun no se recuperan de la muerte. Milda Stucinskaite y Audrius Krupaitis, por su parte, deberán continuar el juicio en libertad.