“La corriente venía para acá”, dice Miguel López cuando le preguntamos cómo llegó al Amazonas. “Estaba cansado de poner copas en España, y después de escribir muchos correos a muchas ONG´s, una me respondió. Muchos meses luego me dijo que había plata y aquí estoy.”
Llegó hace 3 meses a Leticia, por medio de la ONG ambiental Green Hope para acompañar un proyecto de reforestación en la comunidad de San José, kilómetro 6. Es reconfortante encontrarse con iniciativas de una escala tan humana como esta, en la que la gente se pone de acuerdo para hacer un vivero comunitario del cual sacan los árboles para sembrar en sus chagras. “Un buen día es cuando venimos más de 20, un día corriente es cuando llegamos 10, como hoy”, dice Miguel.
En el vivero están sembradas 3.500 plantas entre árboles y cacao. Miguel las conoce íntimamente: sabe el sustrato en que fueron sembradas, cuánto tiempo les falta para ser trasplantadas, a cuáles las maltrató el sol y están en recuperación. Nos cuenta con determinación que está decidido a no usar ningún tipo de agroquímico y que su mayor preocupación es “la cantidad de plástico que está generando este proyecto, porque no sé que hacer con él, lo estoy pensando. Porque las polisombras se pueden reutilizar, pero las bolsas van a acabar sueltas por ahí.”
Es bueno que Miguel no esté en un bar madrileño sirviendo copas, sino en San José reforestando. Miguel sabe lo que hace con las plantas, parte del secreto es que lo hace con mucho amor.