Esta vez le toca al pueblo

Esta vez le toca al pueblo

"Las élites no son invencibles, aunque para hacerlo creer hagan lo que sea"

Por: Manuel Humberto Restrepo Dominguez
mayo 22, 2018
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Esta vez le toca al pueblo
Foto: El Espectador

Esta vez el pueblo tiene un horizonte con sentido de cambio, promovido por el cansancio que no divide y aísla, sino que suma y multiplica en contra de las élites empeñadas en sostener el linaje, concentrar las riquezas, engañar con un estado partido en dos cabezas —la del rey mago y la del jurista—, e imponer la estratégica disposición a mentir y hacer creer que son invencibles. No es un cansancio a solas, es un cansancio que rejuvenece, dinamiza, que rompe la indiferencia y se manifiesta con optimismo en las calles y lo hará en las urnas. Las cifras dirían que el 100% de la gente común, que trabaja para satisfacer sus más elementales derechos, que sufrió en carne propia el dolor de la guerra, que debe a los prestamistas por  su “apoyo a la guerra” 3000 dólares por persona, que dedica la mitad de su precario salario a pagar servicios que debían ser públicos, que se rebusca para apenas sobrevivir o conseguir un empleo; esa gente es el pueblo, cansado de las elites y esperanzado en que la vida y el afecto vuelvan a ser más importantes que las mercancías, el odio y la humillación.

Cansancio por el linaje que impone una manera de vivir y de morir

En los últimos cincuenta años la presidencia ha sido ocupada por 10 familias y el 71% de los últimos 14 periodos lo han ejercido solo 5 familias. Son linajes en el poder, los Lleras ejercieron 3 presidencias; los Santos, 2; loa Pastrana, 2; Uribe, 2; López, 1. Los restantes 5 presidentes fueron ministros de estas mismas 5 familias. El círculo del linaje del poder es cerrado. Alberto Lleras entregó la presidencia a su sobrino Carlos Lleras, que con fraude la entregó a Pastrana que fue su ministro de gobierno, y este la entregó a López, también ministro de relaciones exteriores de Carlos Lleras e hijo de otro presidente (López Pumarejo). Uribe la recibió de Pastrana hijo (siendo registrador el padre de su candidato Iván Duque) y se la entregó a su ministro de Defensa J.M Santos, sobrino de Eduardo Santos que había respaldado a Guillermo Valencia que antecedió a Alberto Lleras.

La concentración del poder político es hermético y está mezclado con el poder económico y el control militar a través de linajes (línea de antepasados ilustres) que se turnan en un riguroso pacto, para conservar su pureza política (se casan entre ellos, intercambian cargos y contratos, conciertan alianzas y también delitos). Las élites deciden por los derechos ajenos, imponen valores, conductas y maneras de ser, pensar y estar en el mundo. Comer tres o más veces al día sin contratiempo, disponer de agua potable y energía sin interrupciones, tener alta tecnología en su casa, ir a las universidades y colegios de alta calidad sin dificultad, acceder a salud y citas inmediatas con los mejores médicos o recibir una justicia correcta con debido proceso y garantías sin demora, es totalmente normal y nunca han pensado en que en estas cinco décadas han acumulado responsabilidades que pasan tanto por el fracaso del país como nación soberana, como por la imparable desigualdad y la tragedia de barbarie ya vivida con más de 225.000 asesinados y 50.000 desaparecidos, pero también desempleo, hambre, miseria, violencias y trastornos mentales, originados en esa desigualdad.

El  linaje más destacado es el de la familia Lleras, que ha ocupado tres veces la presidencia de Colombia. Dos veces Alberto Lleras, que instauró las acciones cívico–militares (Decreto 1381 de 1963, que sirvió de base a las cooperativas de seguridad convivir de Uribe y al proyecto paramilitar), fortaleció las garantías del despojo intensivo de la riqueza petrolera y minera del país y sus ministros Barco (Agricultura) y Betancourt, (Trabajo) después fueron presidentes. En 2009 Álvaro Uribe y su Ministra María del Rosario Guerra emitieron una estampilla en su honor. Después de Alberto Lleras fue presidente su sobrino Carlos Lleras, que mediante un proceso electoral fraudulento le arrebató la presidencia a Rojas Pinilla y la entregó a Misael Pastrana (su ministro) que 25 años después convirtió a su hijo Andrés en Presidente. En 1978 Carlos Lleras recibió el apoyo de los grandes productores agrícolas, la banca y los medios escritos el tiempo y el espectador, para ser otra vez presidente, pero perdió con Julio César Turbay, apoyado por la televisión, la clase media emergente y los cafeteros. El linaje Lleras está plasmado en el billete de máxima denominación (100.000 pesos) con la efigie de Carlos Lleras y otros destacados familiares de este linaje dicen hacer política y periodismo “objetivo”: Consuelo Lleras, congresista, política; Felipe Zuleta Lleras, embajador, periodista de Blu Radio y el espectador; Marcela Lleras, periodista; Carlos Lleras de la fuente, congresista, embajador, periodista.

Cansancio con expropiadores y despojadores

Las cifras del despojo de la riqueza del país a manos de las élites, son contundentes. La mitad de la tierra (52%) le pertenece a menos de 100.000 personas (menos del 1%: 0.002 %, portafolio.com.co) y se sigue concentrando. Es el país más saqueado del continente. Una tercera parte es de las élites políticas, la otra de inversionistas y multinacionales y lo que queda de narcotraficantes. Acabada la segunda guerra mundial, proclamados los derechos humanos universales y asesinado Gaitán las élites reinventaron la guerra y sobre los cadáveres de 300.000 asesinados legalizaron impunidad, tierras, aguas y riquezas, en un proceso que completó Uribe entre 2001 y 2010, con la última gran feria de la concentración de la tierra que produjo un país de expropiados (en cambio del de propietarios que había prometido) que favoreció el crecimiento de la desigualdad, elevándose el índice Gini en la propiedad de la tierra que pasó del 0,80 al 0,86 (1 es el máximo nivel de desigualdad, eltiempo.com, 8/04/2011); dio lugar a una incomprensible maraña de confusión sobre la posesión de más de 20 millones de hectáreas usurpadas por paramilitares y permitió que se posicionaran como hombres superpoderosos del campo Luis Carlos Sarmiento (asesorado por el actual fiscal general) que se hizo también al control de la banca que sostiene las inversiones allí y otros como azucareros (Caicedo, Eder, Ardila Lulle); palmicultores; Álvaro Uribe; Lafaurie; Víctor Carranza (lasillavacía.com, 09/09/2013). En cifras concluyentes el 1% de la población concentra el 40% de toda la riqueza del país (portafolio.co), y hace de Colombia el segundo país más desigual de la región en la distribución del ingreso (eltiempo.com, 27/01/2018).

Cansancio del Estado con dos cabezas para engañar y distraer

Para garantizar su hegemonía las élites tienen dividido al estado en dos cabezas, la del rey mago y la del jurista (Georges Dumezil). El rey mago para controlar la política y el jurista el derecho, como partes sustanciales del estado de derecho. Cuando advierten riesgo a su cómoda posición, las juntan en una sola cabeza capaz de atacar y agredir sin compasión. La cabeza del rey mago está orientada por el presidente Santos, que prisionero del pacto de linaje, es portador de un nobel de paz huérfano de legitimidad por su incapacidad para condenar el genocidio sobre palestina, la memoria borrada de las víctimas, el asesinato de líderes sociales o emprender la defensa del acuerdo de paz firmado y a cambio ofrece a inversionistas globales un país libre de guerrillas para que vengan tranquilos a hacer negocios, profundizar el  despojo y expropiar la poca riqueza colectiva que queda (Amazonas, Chocó, Minería, Agua). El rey mago cercano del linaje Lleras protege a su candidato que  desconfía de la paz y pone en campaña los resultados obtenidos durante 3 años usando una chequera del estado que deja obras públicas inconclusas unas (túneles), cuestionadas por sobornos y corrupción otras (vía al mar vínculos a Odebrecht), que se caen (puente Chirajara) y vivienda con subsidio (Torres en Tunja).

La cabeza del jurista está orientada por Uribe, el hombre de la guerra, que en su gobierno fue el rey mago. Astuto en la estratagema de combinar miedo y ley. Desacredita a la misma justicia (JEP) pero la aprovecha para sacar a los suyos de la cárcel (Rito alejo del Río, otros). Su candidato, es hijo de Iván Duque, que fue Gobernador de Antioquia, Ministro de Minas y Energía recordado por su desprecio ante la inminente tragedia de Armero, cuando señaló de “dramatismo extremo” el temor de la gente y también reconocido porque fue el Registrador Nacional que en el gobierno de Pastrana, dirigió el proceso electoral que convirtió a Álvaro Uribe en presidente, en medio de denuncias de fraude, ingreso de recursos ilegales (100 millones de Enilce López, “La Gata”, actualmente encarcelada) y apoyo directo de los paramilitares. El récord propio del candidato resalta consejerías bancarias internacionales, irrelevancia en su paso por el senado y completa con investigaciones en su contra por reuniones con el empresario Duda Mendoza de Odebrecht junto a Iván Zuluaga.

Los candidatos de las dos cabezas del estado de elites responden a defender el linaje y el control del estado como su despensa, empresa y fortín. Los dos candidatos coinciden en la defensa de la guerra como recurso para mantener la desigualdad y sus fórmulas a vicepresidencia fueron ministros de Defensa (Ramírez y Pinzón) expertos en victorias reales o imaginadas para ganar o ganar como sea.

Cansancio por la mentira de creerse invencibles

A boca de plaza pública, universidad, fábrica, campo de cultivo, sede sindical o congreso indígena, las encuestas dicen que las élites no son invencibles. El 100% ratifican con sus voces de excluidos, marginados, inconformes, víctimas, jóvenes y viejos, esperanzados en la vida con dignidad y, con  sentimientos de cansancio y con conciencia y compromiso social, que están dispuestas a cambiar la lógica del poder y tomarlo por su cuenta. En la calle, la gente ha demostrado que no es posible que las élites ganen el proceso electoral, salvo que ocurriera un fraude, que tampoco habrá de ocurrir esta vez, porque hay más gente despierta y vigilante, que observa y no es corruptible ni sobornable. Las élites, por fuera de los medios y las encuestas que controlan son débiles, no logran posicionar en la realidad material sus promesas de campaña y tampoco logran ocultar su desprecio por los otros.

Las encuestas son herramientas de cálculo y rédito político, pero no de análisis científico, ni producen resultados que se puedan convertir a leyes. Las encuestadoras son empresas de interés privado, contratadas en el mercado de servicios de la información por particulares que buscan medir la tendencia de un fenómeno, no la realidad del fenómeno, mediante enfoques descriptivos basados en la máxima de que el cliente tiene la razón. Encuestadoras y medios de (des)información tienen dueños e intereses propios y les resulta más seguro y rentable trabajar para los patrones de siempre.

Las élites no son invencibles, aunque para hacerlo creer hagan lo que sea, como negar las grandes movilizaciones o caer en el crimen o el fraude, como ocurrió en dos ocasiones anteriores para impedir la voluntad del pueblo. Mataron a Gaitán para impedir otra realidad e hicieron fraude para derrotar al general Rojas. No obstante, la realidad tiene memoria y no se repite. Menos ahora que el pueblo ha recuperado su facultad y capacidad para irrumpir y romper el mito y crear otra manera de ejercer el poder y reafirmar su destino. No habrá tercera vez, ni cábalas de muerte ni fraude que cumplan su propósito, porque la gente, la otra gente, la que ha sido históricamente negada, sabe resistir, decidir y comprender su despojo por la violencia de élites que seduce o reprime y ataca sin piedad.

En presente hay una lucha política entre la libertad de las élites por mantenerse en el poder, como siguiendo la palabra del Führer que prometía un Tercer Reich para mil años, contra la dignidad de un pueblo que quiere cambios para que la vida vuelva tener más valor que las mercancías. Al pueblo esta vez le toca porque entendió que si el país tiene por dentro las partes que producen su enfermedad, de ese mismo cuerpo ha de salir su medicina y esta vez aparece decidido a preferir que antes que seguir siendo la víctima de la violencia suave del exterminio, que operan las cabezas del estado por contagio o reacción en cadena con llamados a “cerrarle la puerta” a los otros, sean  despojados, izquierdistas, inconformes, jóvenes o creadores de derechos y esperanzas, coincide en que es la hora justa para ser invencibles y contundentes en las elecciones del 27 de mayo y generosos en la victoria que lleve a derrotar a las élites, a la desigualdad, la violencia, el temor y la miseria.

50.000 personas son el 100% manifestando su compromiso e intención de voto por el cambio y contra las élites en la plaza de Bolívar, anunciando esperanzas de poder de un pueblo en urnas, aunque los datos de 1500 en encuestas manipuladas y manipulables sin contexto ni realidad digan otra cosa. La gente en las calles, plazas y grandes movilizaciones es la realidad, hace cosas que nunca cabrán en la lente y las páginas de los medios oficiales y las empresas encuestadoras. ¡¡A la carga!!

 

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