Las semillas de este cultivo fueron plantadas hace décadas, y cuidadas con desprecio. Las plantas crecieron frondosas y llenas de un jugo alimentado por la decepción y el desconcierto al ver un país que nunca llegó al “habrá futuro” de Gaviria o al “el cambio es ahora” de Pastrana, y luego de elecciones equivocadas, solo vimos un país de “mano firme” pero jamás el “corazón grande” con Uribe y mucho menos nos acercamos a la Colombia de la “prosperidad democrática” de Santos. Palabras diseñadas para posar en fotos que cumplen con el magnánimo interés nacional político de engatusar pero no transformar.
Hoy mi cultivo de tomates está listo para ser recogido, y no llevado al comercio. No será parte de deliciosas ensaladas, ni guisos de la abuela como lo cantaba Sui Generis. Hoy mis tomates, al igual que los de otros cultivos, están listos para explotar en la imagen de quienes nos defraudaron, de quienes nos mintieron, de quienes usaron el sagrado derecho al voto como mecanismo para desangrar una sociedad ya desangrada por un conflicto armado de 50 años y perpetuado por pequeños regordetes sentados sobre cientos de espaldas cansadas de cargar, muchos de ellos, en sus microreinos en la selva Colombiana, o en algún prospero departamento ganadero del país.
Hoy evoco al reciente “Partido del Tomate” y lo que él significa para colombianos como tú y como yo. No apolíticos sino cansados de la politiquería y el abuso.
Una nueva ciudadanía, ha madurado, aunque en pequeñas parcelas de tomate, incapaces, por ahora, de cambiar las simientes podridas de la política colombiana. Hoy mi voz de aliento es para ustedes, El Partido del Tomate, que sin más banderas que reclamar lo justo (cambiar este país manejado con “las patas”) busca una conciencia diferente.
No creo que este sea solo un capricho de muchachos(as). Creo que es un sentir nacional, ese mismo que ha hecho decir “no hay derecho” al ver como miles de campesinos pasan hambre y aguantan la quiebra producida por Ministros “bien” peinados y otorgantes de beneficios a los más ricos. Creo que es la respuesta de muchos que durante años han quedado mudos ante la injusta repartición de lo que nos corresponde a todos.
No invito a apoyar un movimiento político, invito a sacar nuestro cultivo de tomates, ese que tenemos todos y que sin duda podemos empezar a estrellar en el rostro de quienes nos han faltado en su promesa de gobernar con justicia.
Esta tomatina, apenas comienza…