Recientemente se denunció el caso del señor identificado con el alias de “Fico”, alcalde de la ciudad de Medellín, el señor alcalde de Bogotá, señor Carlos Galán, y creo que el alcalde de Barranquilla en su cuarto o quinto mandato (eso no es dictadura porque se hace mediante votos y avales sospechosos para limar cualquier duda), entre otros, opuestos rotundamente a una propuesta de presidencia de un programa llamado PAS ( Punto de Abastecimiento Solidario), cuyo propósito es abaratar algunos productos que mucha gente no logra adquirir por sus escasos recursos económicos.
No es extraño ni el primer caso donde funcionarios públicos, que no son propietarios de los puestos, aunque se porten como tal, oponerse a programas que favorecen a la población, la misma que votó por “Fico”, Galán, Char y otros, y que dentro de poco volverán a recurrir solicitando su voto para otro puesto público para ellos o un púgil acolitado por ellos, y hacer más de esto que vemos y que muchos miramos con desconcierto: Oponerse a todo lo que beneficie a la población.
La derecha fascista de Colombia es muy torpe, tiene escasa visión y, eso sí, es líder en generar violencia y casos puntuales de corrupción. A ellos poco les vale cientos de personas que, tal vez, les apoyan por uno u otro motivo en elecciones, luego estigmatizarlos, fregarlos más e, incluso, señalarlos de lo peor. Es un egoísmo acendrado que no les permite visionar, pensar, estudiar y generar estrategias para los beneficios de que hoy gozan, por lo regular de forma poco santa.
Ellos dicen que es contra Petro, para evitar que funcionen sus programas y así convencer a la población de que fracasó como mandatario porque no logró desarrollar sus programas. Aquí tenemos, incluso, al Senado y sus ilustres senadores, por lo regular, anclados de hace décadas en las toldas de esa entidad como algo eterno (que nada tiene que ver con dictadura porque se hace con votos y avales sospechosos para limar cualquier de duda), trabajando por su parte para lo mismo, sujetar las manos del presidente con los mismos fines.
Para ser precisos, la lucha es contra la población, contra la gente, el trabajador, el que mueve la manivela de la economía, contra ellos está dirigida la retórica y la guerra mediática que libran desde que el pueblo, hastiado de una corrupción y delincuencia que sobrepasó todo límite desde Uribe hacia atrás y hacia adelante, decidió buscar refugio en las promesas de cambio del señor Gustavo Petro.
Para nadie es secreto que la corrupción y la delincuencia habían permeado todos, absolutamente todos, los estamentos públicos y privados del país y que este iba camino a convertirse en la anarquía que hoy es, por ejemplo, Haití, mientras los responsables se trepaban en las toldas de la magnificencia señalando a otros de culpables.
En el caso de la prensa, no es extraño todo lo que vomitan para crear una falsa imagen de ingobernabilidad y cada palabra de presidencia es utilizada como arma, pues, esta está en manos de los que promueven la vaina y sus lacayos llamados periodistas (perdiodistas, para ser más directos), solo deben cumplir o se quedan sin empleo. Estos pobres seres hasta tristeza dan la manera como defienden el bocado que deben llevarse a la boca haciendo cosas que nada tienen que ver con periodismo.
El contexto total es para proteger a la propiedad privada. Allí radica el meollo. Es esta quien financia todo contra Petro. Y es esta la que ahora reúne a sus trabajadores para que hablen mal de Petro o no hay empleo. Es esta la que tiene contratado todo un arsenal de sicarios en las redes sociales para que cada cinco minutos emitan un concepto negativo contra Petro.
Es esto lo que lleva a gente como Galán y “Fico” a oponerse a cosas beneficiosas para la población. Están decididos a tomar a la pobreza y meterla de cabeza en un costal y, si es caso, ahogarla más como culpa del pobre por votar por gente inadecuada que quiere ayudarlos a ser mejores. La mentalidad retrógrada del capitalista colombiano es que, si favorece a la población, es comunismo y se asustan. Ellos necesitan a un país sumido en la miseria como lo hemos visto y vivido por décadas.
Recién vi el caso de un pobre profesor de una universidad privada que no tiene garantías de ninguna índole por fungir como contratista y no como empleado con el respeto que merece ser docente, lo vi rabioso e indignado porque no debe haber un auxilio estatal en la Reforma a las pensiones para todas las personas mayores de sesenta años.
Hasta parecía que el dinero se lo sacarían a él por la forma furibunda como se oponía a la iniciativa gubernamental. Y así de este talante es la vaina en casi todo el país. Por eso poca indignación colectiva contra el caso de los alcaldes opuestos a los beneficios a la población, prefieren ajustarse al que les hace mal que al que les pretende dar calidad de vida. Hasta la Biblia lo dice: Llegarán los tiempos en que el mal lo verán como bien y el bien como mal. Bueno, esos tiempos ya llegaron.