Lo que pasa en Chocó es indignante. Hace 9 meses [1] se levantó el tercer paro cívico que se ha hecho en el departamento desde el año 2000. Terminó porque el gobierno nacional se comprometió a entregar a los chocoanos 720.000 millones de pesos para la pavimentación de vías, un hospital de tercer nivel, empleo, servicios públicos, inversión social, la conservación del corregimiento Belén de Bajirá en territorio chocoano y el control sobre la violencia armada. En suma, el paro se levantó cuando el gobierno se comprometió a hacer un avance mínimo en la garantía de los derechos fundamentales en este territorio, vulnerados a lo largo de la historia.
Sin embargo, transcurrieron nueve meses en los que el gobierno no cumplió nada. Entonces la única alternativa para los chocoanos fue volver a lanzarse a un paro, con el fin de recordarle al presidente Santos que ya habían hecho otro paro y que les debe cumplir lo que ya habían conquistado. Sí. Un sinsentido característico de los gobiernos de este país.
Pero esto no es todo. Como si fuera mucho que los chocoanos pidieran tener derechos básicos, ante este nuevo paro el gobierno ha llegado a Chocó a pedir rebaja; intentando negociar al por mayor la vida, la salud y la educación de este pueblo. En un acto mezquino, los delegados de Santos han venido a ofrecer menos de la mitad de la plata que ya habían comprometido.
Ante esta burla indolente, los habitantes del Chocó —afrodescendientes, indígenas y mestizos— seguimos en las calles de los municipios de Quibdó, Istmina, Condoto, Nóvita, Acandí, Tadó, Unión Panamericana, Medio San Juan y Lloró. Hoy se completan 14 días de paro que seguirán contando hasta que el gobierno actúe como gobierno, y honre su firma y su palabra.
Lo poco que tiene este departamento lo ha conseguido luchando. A través de los paros departamentales de 1954, 1967, 1987, 2000 y 2009 se hicieron a tres interconexiones eléctricas, el puente de Yuto, la ciudadela universitaria, y la pavimentación de un tramo de la vía al mar, de partes de carreteras internas, el 40% de la vía Quibdó-Medellín y el 75% de la de Quibdó-Pereira. En Chocó tienen claro que de no ser por la lucha, su rezago en calidad de vida sería mucho mayor, pues la corrupción —el desvío y la apropiación de recursos— no habría permitido que aquí llegaran ni siquiera estas gotas de nuestros impuestos.
Chocó está cansado y su protesta es más que justa. Pero no solo aquí se vive el descontento. Colombia está berraca, ¡carajo! Y sí, todos estamos hartos, todos podemos cambiar esta situación. Podemos deshacernos de las familias que nos gobiernan hace décadas, que dicen no tener cómo atender las necesidades de la gente, pero sí cómo otorgar generosos recursos a multinacionales como ODEBRECHT y a congresistas amigos cuando votan sus leyes. Chocó, Buenaventura, Barrancabermeja, Bogotá, maestros, taxistas, Universidad Nacional, Politécnico Jaime Isaza Cadavid, rama judicial y trabajadores estatales lo demuestran. Colombia se cansó y soplan vientos de cambio.
____________________________________
[1] El 24 de agosto de 2016.