Por supuesto que no. Nuestra escuela no ha estado ni está siquiera preparada para afrontar una propagación de piojos, como burlescamente se comenta a través de memes que circulan en las redes. La higiene en la escuela pública es un desastre, ni en épocas normales se cuenta con infraestructura, pues ni siquiera los baños pueden permanecer abiertos, porque no hay personal de aseo que pueda atender a cada momento y mantenerlo de acuerdo con los requerimientos de salud pública. El jabón y las toallas de secado para estudiantes son algo exótico en los colegios públicos.
La mayoría de salones, construidos en la década del 60 y más atrás, no cuentan ni siquiera con luz y ventilación natural. Salones de 40 metros de área no pueden ser aptos para afrontar ni una gripa, pues cuando se está con los llamados picos de IRA y ERA (Infecciones Respiratorias Agudas y Enfermedades Respiratorias Agudas), casi que todo el salón termina infectado. Así que imaginémonos con una enfermedad mortal como el coronavirus.
Las escaleras y pasillos, en un buen número de escuelas y colegios no fueron construidas como espacios amplios, por lo tanto así sea con pocos estudiantes, no se podrá mantener o exigir aislamiento de acuerdo con lo que recomienda la OMS. Los laboratorios y aulas especializadas no tienen acceso a servicios de agua y para el manejo de herramientas materiales y equipos en las instituciones de carácter técnico, también se convertiría en una tragedia, ya que el escaso número de equipos y herramienta tendría que ser compartido por uno y otros alumnos.
No quiero imaginarme como se estarán preparando las plantas físicas de las escuelas en los municipios. Me pregunto: ¿Se estarán adecuando las aulas con ventanales y puertas por donde circule el aire y la luz natural? ¿Se estarán instalando baños, secadores de manos, lavamanos y demás aparatos con sensores para evitar el contacto de estos elementos con niños y niñas, inquietos de por sí? ¿Los maestros estamos formados y capacitados para enfrentar las situaciones emocionales de los niños, el estrés, el miedo, la ansiedad y demás afectaciones de tipo psicológico, y sociológico, ocurridas por la situación de confinamiento? ¿Estamos preparados o nos van a preparar para manejar el estrés ocasionado por las tensiones vividas en familia? ¿Nuestro sistema de salud del magisterio y el de los municipios está preparado para afrontar un aumento de infectados? ¿Se estará contratando el personal adecuado y necesario para la limpieza y aseo permanente en todos los salones y espacios utilizados por maestros, alumnos y personal administrativo? Me acuerdo mucho que a comienzos de año, nos ha tocado a los maestros hacer rifas para pagarle al escaso personal de aseo, porque los municipios no asumen esa responsabilidad. ¿Si a muchos médicos y enfermeras les tocaba hacer rifas en los hospitales para dotarse de elementos de bioseguridad, a los maestros nos tocaría lo mismo?
Si el Ministerio y el gobierno nacional quieren que la escuela vuelva a la presencialidad, por lo menos que rediseñen las plantas físicas con las normas del ICONTEC, pues ni siquiera en eso han cumplido. Que se doten con los elementos esenciales para la sanidad y el biocuidado de niños y jóvenes. Pensar en que nuestros niños, niñas y adolescentes vuelvan a la escuela en el corto plazo, es mostrar el desprecio por la vida de quienes participamos en ella y actuar como lo considera el presidente del Brasil: como todos nos vamos a morir, que importa que nos muramos ya.
Después de que Hitler asesinó a millones de seres humanos, las Naciones Unidas establecieron en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona, los maestros y la comunidad educativa en general debemos unirnos para no permitir que estos mandatarios actúen con el criterio de Hitler de creer que el Estado tiene la supremacía para controlar y decidir sobre la vida de las personas, criterio con el cual en la segunda Guerra Mundial sacrificaron a millones de seres humanos en los famosos campos de concentración nazis. Como lo escribe Harari Yuval en su libro Homo Deus: “puesto que la muerte viola a todas luces el derecho a la vida, la muerte es un crimen contra la humanidad y deberíamos declararle la guerra total”.
Así como a los mandatarios y sus ministros en la tragedia de Armero, les importó un pepino la muerte de más de 25.000 personas, la mayoría gente humilde, lo mismo nos puede ocurrir en estos momentos, en que la pandemia también puede borrarnos de la faz de la tierra, pues la vida de los pobres y los humildes poco les interesa a los gobernantes y menos a los de carácter neoliberal, como los que nos están gobernando en estos momentos. No a clases presenciales mientras no haya condiciones y garantías de salubridad.