En la pequeña isla de Tinos como en el resto de las islas Cícladas, la crisis económica que cambió la cara de Grecia desde el 2008 parece haber sido superada. El turismo, que representa el 15% del producto nacional bruto del país, ayuda el archipiélago mundialmente conocido por sus casas blancas con techos azules a reescalar hacia la estabilidad económica, por lo menos durante el verano. Pero apenas el último barco larga amarras, la austeridad regresa y sus odios con ella.
La economía griega, todavía bajo asistencia europea, está destrozada desde el 2008 por años de recesión. El desempleo alcanza los 24% y la deuda pública está por encima del 200% del PIB, pero aún, la Unión Europea no renuncia. Bruselas dio luz verde la semana pasada al desembolso de 8 billones de euros que corresponden al tercer programa de salvamento económico, y lo ve como una recompensa por los años de sacrificios que el país mediterráneo ha soportado. Desde mayo del 2010, tres planes de ayuda con préstamos colosales (110 billones de euros en el 2010, 130 billones de euros en el 2012 y 86 billones de euros en el 2015) han intentado restablecer la sostenibilidad económica de Grecia, pero la tutela de la “troika” (FMI Fondo Monetario internacional, BCE Banco Central Europeo y Comisión Europea) quien debía asegurar el saneamiento de las finanzas públicas y la buena inversión de los recursos prestados ha sido demasiado brutal.
Los planes de rigor han fracturado la consumición, el crecimiento y las entradas fiscales. Desde el 2008, la riqueza por habitante ha disminuido del 25% y el gobierno de Alexis Tsipras, quien se hizo elegir bajo la promesa de hacer frente al resto de Europa para restituir al país su orgullo perdido, fue finalmente obligado de ceder bajo el yugo del Eurogrupo. Su partido de izquierda radical Syriza ha bajado al 16% en las encuestas mientras la derecha conservadora Nueva Democracia ha subido al 29% y ya se especula la posibilidad de nuevas elecciones en los próximos 12 meses.
Bruselas obligó Atenas a efectuar recortes preventivos en los sistemas de pensiones en caso de incumplimiento de los objetivos de déficit al final del tercer rescate, pero Tsipras afirmó que cumplirá con las medidas solo una vez llegada la totalidad del plan de ayuda.
Mientras los responsables políticos debaten en los corredores del Parlamento Europeo, la crisis social continúa en Grecia. El tejido industrial se ha reducido dramáticamente, vía traslado de fábricas a países como Bulgaria o Polonia. Los jóvenes emigran hacia mejores perspectivas de futuro y los capitales los siguen. De los 210 billones de euros de depósitos que se encontraban en los bancos griegos en el 2008, solo subsisten 120 billones de euros en el 2017 y tienen como destinos favoritos los establecimientos financieros suizos y alemanes. Alemania, el mismo país que es considerado responsable por la austeridad que viven los griegos desde hace 10 años y del cual la mano de hierro ha sido comparada con la ocupación nazi de los años 1941-1944.
La próxima fecha decisiva para el país que clama “Libertad o Muerte” en las nueve franjas de su bandera nacional será después de las elecciones federales alemanas de septiembre, cuando se discutirá de un nuevo plan para aliviar la deuda griega. Mientras tanto, el viento seguirá soplando sobre Tinos y el carrusel de barcos seguirá ondulando sobre el mar Egeo.