Cartagena del Chairá, Caquetá.
Las manos de José Orlando Morales, llevan las cicatrices de los colonos del sur del país. A los 72 años de edad y pese a ser desplazado por la violencia, sigue confiado que sus fuerzas le alcanzaran para empezar de nuevo.
A finales de la juventud, José Orlando Morales, dejó su Antioquia natal, para probar suerte en otras regiones del país. Llegó a Caquetá hace más de cuatro décadas. Ha esquivado la violencia armada muchas veces, pero en dos ocasiones, lo han sacado de su tierra y hasta ahora no ha accedido a sus derechos como víctima. Desde hace año y medio, vive en el casco urbano de Cartagena del Chairá, municipio que ha sido testigo de la bonanza del caucho, la explotación de pieles preciosas y la última, la de la coca y el narcotráfico.
Sus manos, aún conservan el olor a tierra fresca. La misma tierra que por años, le permitió cultivar el alimento para él y su familia. La fuerza se la ha ido llevando el paso de los años, pero aún conserva la suficiente, para liderar procesos comunitarios en la Nueva Esperanza, asentamiento humano por ocupación de hecho, donde construyó el nuevo hogar con madera rústica y material reciclado.
Sentado sobre un pedazo de madera en el andén de su casa, añora los años donde el Caquetá, se vestía de selva y de abundante fauna silvestre. Eran los años cuando ni la coca, ni las FARC hacían presencia. Y es que Orlando, es uno de los casi diez mil desplazados que ha dejado la violencia en la última década en este municipio que ocupa el cuarto lugar a nivel departamental por desplazamiento y el quinto lugar por producción cocalera.
Orlando, ha estado en el filo de la navaja en muchos atardeceres. Por un lado, la coca, el narcotráfico y la violencia y de otra parte, la presión de los grupos armados ilegales que por años, han ejercido el control social y económico de esta vasta zona, abandonada en inversión social y que solo hasta ahora, el estado comienza a coquetear con ellos.
Tiempo atrás, tenía tierra para andar a caballo hasta por dos días sin parar. Ahora su cultivo en la huerta, lo recorre mientras se toma el tinto de la mañana. Su apego por la tierra sigue intacto. Cultiva hortalizas y yerbas medicinales, las cuales consume junto con la nueva familia, conformada por siete personas. “El proyecto Semillas Doradas, ha sido para los desplazado una opción para comenzar de nuevo. A mí me apoyaron para mejorar mi vivienda, me permitieron implementar la huerta casera y sobre todo me han fortalecido mi confianza para liderar procesos comunitarios con los nuevos vecinos” con voz firme asegura Orlando.
Orlando es una de las cien familias de Cartagena del Chairá, que han recibido paquetes alimentarios, huertas caseras, filtros para mejorar agua, mejoramiento de vivienda, apoyo psicosocial, kits de noche y cocina y orientación sobre la ruta de atención a la población desplazada.
Orlando habla sin prisa. Sabe que en zonas de conflicto, solo se habla lo necesario. Cuenta historias de adultos mayores que están hospedados, solo en el recuerdo de sus familias, porque hace rato los abandonaron. Los años, lo han vestido de paciencia. Con sus zapatos teñidos de polvo, Orlando, visita una a una las familias del barrio. Su firmeza, lo ha convertido en el líder de la comunidad. Hace parte del Comité Veedor junto con cinco personas más los cuales, se encargan de verificar la calidad y cantidad de los productos que entrega Corpomanigua, en el marco del proyecto Semillas Doradas “mi tarea también es animar a las familias para que participen de todas las actividades del proyecto y de otras iniciativas del barrio” menciona.
James Blackburn, director de HelpAge internacional con sede en Bogotá, quien visitó Cartagena del Chairá, menciona que Orlando y las familias del proyecto, se sienten felices con la oferta entregada por Semillas Doradas, dice además que Orlando es un claro ejemplo de como el adulto mayor en un dinamizador nato de procesos locales. Nelson Fredy Hoyos, coordinador del proyecto, confirma el liderazgo de Orlando y menciona que ha sido un apoyo importante en el la focalización de las familias que iniciaron su participación en el nuevo proyecto Sembrando Vida, financiado por La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). El nuevo proyecto complementa las acciones de Semillas Doradas y amplía cobertura hacia la vereda los Remansos de este municipio, ubicado a 123 ktrs de Florencia, la capital del departamento.
Orlando tiene el cabello del color de la experiencia y la pericia para hacerle el quite al conflicto armado. Amante de la carne asada, de la ranchera de Vicente Fernández, de la música de Oscar Agudelo. Enamorado de la agricultura y de los atardeceres de oro que se duermen en lo profundo del río Caguán. A sus 72 años, guarda la esperanza de ver con sus ojos de cielo, un proceso de paz positivo entre las FARC y el actual gobierno. Anhela mejores condiciones de vida, para cientos de adultos mayores que como él reclaman a gritos sus derechos.