Históricamente se ha considerado como esquirol a una persona o grupo que durante una protesta o huelga se alía con la contraparte para romper la movilización; sin embargo, en la práctica esa no sería la única forma de acabar o desmoralizar un movimiento, ya que el esquirolaje se presenta también cuando se desvían los objetivos específicos de una lucha social por intereses políticos partidistas en donde no importan la reivindicaciones económicas y sociales de la población, pues estas son reemplazadas por las ambiciones burocráticas de grupos totalitarios comunistas, que mediante peticiones exageradas dilatan las aspiraciones que son posibles de ser alcanzadas con la movilización y, eso lo estamos observando con las protestas que se presentaron en Colombia a partir del 21 de noviembre.
Y en este año 2020, los grupos marxistas que han participado con sus diferentes máscaras en el parp dicen que seguirán en la calle, lo cual es bastante difícil por el desgaste que sufrió el movimiento, la posesión de los mandatarios regionales en sus cargos y la falta de logros de las protestas, ya que negociar 104 puntos, especialmente de contenido político, prácticamente se convertiría en un galimatías en donde la población observa que no hay ninguna preocupación de los que dirigieron el paro por buscar soluciones, esto sucede especialmente con los que militan en organizaciones marxistas leninistas.
Así las cosas es claro que las reivindicaciones realistas económicas y sociales por las que se convocaron las marchas no se van a materializar ante el papel nefasto que juega el totalitarismo en algunas organizaciones de masas, pues pone de primero las ambiciones políticas abyectas, antes que buscar el bienestar de la ciudadanía, de ahí que las entidades sindicales y sociales sensatas deben exigir el retiro de esos requerimientos desaforados que se le han hecho al gobierno y concentrarse en unos puntos que se puedan lograr; aunque se dice que hay que pedir mucho para lograr algo, en las condiciones actuales eso no viene al caso, porque la dilación y lo dispendioso de esa negociación va conducir a no alcanzar nada, lo que sigue convirtiendo al comunismo como el principal esquirol en la historia de los trabajadores y de los pueblos.
En una lucha por las reivindicaciones cuando están presentes las fuerzas marxistas, estas artificiosamente se burlan de la población de manera oportunistas, para llevar a cabo su proyecto político malévolo y, por ello hay que reafirmar que la protesta popular no es patrimonio de ningún movimiento político en especial, ya que ello es inherente a todos los seres humanos que buscan mejores condiciones de vida, lo que desmiente la postura supersticiosa que tiene el comunismo totalitario sobre la lucha social.
En la historia de la humanidad el marxismo-leninismo ha sido el máximo esquirol y traidor del movimiento de los trabajadores, siendo el culmen más protuberante el contubernio que realizó el partido comunista chino con las grandes transnacionales hace cerca de 43 años, para superexplotar a los obreros de ese país asiático, repartiéndose la plusvalía, fortaleciendo el neoliberalismo que impulsó la flexibilización laboral, y condenó al desempleo y al hambre a millones de trabajadores en el mundo. Esa patraña desarrollada por la camarilla comunista china fue para que la dictadura marxista se prolongara por toda la eternidad, pues sabía que el sistema socialista era un fracaso total y absoluto y, por eso optó por la economía de mercado.
El esquirolaje comunista ha sido prolífico en diferentes partes del mundo, recordando que en la Unión Soviética y sus satélites de Europa oriental, el sindicalismo libre fue perseguido por las burocracias marxistas, llegándose a encarcelar y asesinar a miles de dirigentes, pero allí quedó demostrado el antagonismo entre el comunismo totalitario y el sindicalismo, porque el dirigente polaco Lech Walesa desarrolló una heroica lucha en contra de comunismo con el sindicato independiente Solidaridad en la década de los 80 del siglo XX, que llevó a la bancarrota al “socialismo real” en los países de la cortina de hierro con la caída del muro de Berlín y la debacle de la URSS, a Walesa lo acompañaron Ronald Reagan presidente de Estados Unidos y el papa San Juan Pablo ll.
En Latinoamérica el marxismo con su disfraz del socialismo del siglo XXl también ha sido verdugo del sindicalismo libre, por ejemplo en Venezuela el trastornado Hugo Chávez comenzó su gobierno en 1999 persiguiendo al sindicalismo que no era marxista, hasta que lo atomizó, creando unas centrales de bolsillo para sus propósitos dictatoriales y hegemónicos; cabe resaltar que miles de dirigentes sindicales han sido víctimas del régimen chavista.
En Ecuador, en el gobierno de Rafael Correa, siguiendo la cartilla neomarxista se condujo en diez años de gobierno prácticamente a que los sindicatos desaparecieran, ya que al igual que en Cuba, Norcorea y los países que aún se encuentran bajo la férula del comunismo el sindicalismo es una simple correa de transmisión del partido como enseñó el genocida de Lenin, y por eso los gobiernos del socialismo del siglo XXI en Latinoamérica han buscado que las organizaciones de trabajadores sean simples apéndices de las catervas comunistas.
Así como el marxismo-leninismo ha sido el más grande esquirol en contra de los trabajadores en el mundo, también a esa monstruosidad hay que considerarla como la expresión máxima de la ultraderecha, porque si nos vamos a la Revolución Francesa en donde se originaron los términos izquierda y derecha, perteneciendo a la primera los asambleístas que querían el cambio de gobierno y la renovación del Estado, y ocurriendo lo contrario con la derecha que buscaba la perpetuidad del gobierno y la defensa del statu quo, de acuerdo a esas consideraciones en actualidad nos encontraríamos que siendo el comunismo totalitario que de una manera criminal y enfermiza no permite el cambio de régimen, cuando se encuentra en el poder, así tenga que asesinar a millones de personas, es indudable que el término ultraderecha se le debe aplicar única y exclusivamente a las dictaduras marxistas leninistas, teniendo ejemplos al canto como: Cuba, Norcorea, China y Vietnam y por ese camino en Latinoamérica con el castrocomunismo también van Venezuela y Nicaragua.
Las movilizaciones sociales que se realicen en Colombia deben de estar acompañadas de un espíritu pacífico, democrático y libertario, repudiando las prácticas del comunismo totalitario, que producto de sus intenciones oportunistas e insanas no le interesa el bienestar del pueblo, sino que siguiendo su estrategia absolutista intenta mediante engaños aparecer como defensor de la causa social, cuando la historia nos dice que no solo ha sido el peor esquirol de los trabajadores, sino que además es uno de los peores predadores que ha tenido la humanidad en toda la historia.