Hablar de espiritualidad, de Dios, del Amor, de la Paz o leer libros sobre estos temas no es ser espiritual. Eso sería como decir que ser comentarista de fútbol me hace futbolista o que leer de golf me hace golfista. La espiritualidad no es un ejercicio mental, es una forma de responder ante la vida, particularmente en los momentos difíciles.
Hacer yoga, chi kung o practicar cualquier técnica oriental no es ser espiritual. Ir a donde médicos alternativos, saber de esencias florales, de acupuntura o leer sobre los chakras tampoco lo es. Puede que todo esto ayude a que la energía fluya mejor en mí, pero si esto no se traduce en ser una mejor persona, entonces todo lo anterior es sólo apariencia.
Ir a retiros de silencio, a ashrams, a la India o al Tibet tampoco me hace una mejor persona. Rezar, repetir un mantra o meditar tampoco lo logra. Todo esto me puede ayudar a aquietar la mente, pero si en los momentos difíciles me dejo llevar por mis pensamientos y emociones haciéndoles daño a los demás, pues todo lo anterior es una bonito práctica, pero no me hace espiritual.
Sentir las energías, tener un don de sanación o verle el aura a las personas suena muy chévere, pero no es espiritualidad. Conectarme con los árboles, tener la capacidad de desdoblarme o poder hablar con los muertos no me pone por encima de los demás. Estas cosas me pueden ayudar a darme cuenta que existe algo más allá de la materia, pero si esto no me ayuda a trascender las diferencias aparentes entre los seres humanos para tratarlos a todos por igual, pues entonces no conozco la espiritualidad.
Ser vegetariano o vegano, hacer mercado en tiendas naturistas o comer orgánico tampoco me hace una persona espiritual. Lo mismo pasa con vestirme de cierta manera, raparme, tener una campana tibetana o colgarme un rosario o un cuarzo. Todo esto nos indica que a lo mejor tenemos un interés por ciertos aspectos de la vida, pero no significa que sé actuar desde el corazón y no desde el miedo.
La espiritualidad se ve reflejada de muchas maneras, pero las siguientes cinco formas de enfrentar la vida nos permiten con certeza saber si somos o no espirituales:
- Devolvemos odio con amor.
- Podemos agachar la cabeza, disculparnos, responsabilizarnos de nuestros actos y reparar el daño.
- Sabemos comprender y aceptar el error de los demás.
- Escogemos la verdad por encima de cualquier excusa y mentira así el camino sea más difícil y nos termine afectando (o incomodando).
- Servimos no sólo a los míos (mi familia, mis amigos, mis etc.) sino también a los otros, inclusive a los animales.
Las personas realmente espirituales se conocen en el tráfico, no a solas en la silla de su casa. Nos creemos espirituales cuando confundimos el estilo de vida con la forma de vivir.
¿Quién es más espiritual: un vegetariano, certificado en yoga y recién llegado de India que le grita a su mujer o un carnívoro, con mal estado físico y ateo que ayuda a un amigo quien en el pasado fue desleal?
La espiritualidad no es otra cosa que buscar la paz y la felicidad mía y de todos los seres sintientes.
P. D. ¡Escribir una columna de espiritualidad tampoco nos hace espirituales! De pronto es pura apariencia.
@acardenas999
