Fernando Frías, el director mexicano que incluyó parte de la cultura colombiana en la exitosa “Ya no estoy aquí” vuelve riéndose de todo con su nuevo y esperado proyecto grabado en Barcelona “No voy a pedirle a nadie que me crea”.
Lo entrevistamos en Tallin (Estonia), dónde participa en la edición 27 del festival internacional de cine PÖFF, dentro de la sección “Rebels with a cause”, fuera de concurso.
Fernando Frías presenta una coproducción hispano mexicana, con las productoras Zeta Studios y Exile Content studio, y en la parte de distribución volviendo a contar con Netflix para llevar a la pantalla una novela del escritor mexicano asentado en Barcelona (España) Juan Pablo Villalobos, en donde el espectador puede llegar a sentirse un poco confuso por la cantidad de recursos fuera de lo normal que utiliza el director.
La sensación de frescor al ver la película es constante, eso se consigue sobre todo por la absoluta y brillante absurdez.
Los protagonistas aquí son Darío Yazbek (internacionalmente conocido por ”La casa de las flores”) y Natalia Solián, que protagonizan una historia de pareja en la que se mezcla la mafia mexicana en Barcelona, los discursos feministas, los límites del humor, o lo políticamente incorrecto. Según indica el director “el humor es una parte más de todas aquellas cosas que hoy día quedan fuera (de uso) por el temor a ser cancelados o de estar en el lado incorrecto de la historia”, continúa señalando que “no censuramos por convicción sino por temor, eso no hace que dejen de existir. Muchas de estas cosas de la corrección política me parece que son absurdas en sí mismo”.
En su película hay varias escenas en las que se muestra lo ridículo que se puede llegar al enjuiciar la superioridad moral de quienes defienden la corrección política, aseverando que “creo que sí (la gente está cansada de la corrección política) vivimos en una época en la que la división se está haciendo cada vez más fuerte, como si todo fuera blanco o negro”. La susceptibilidad que aparece en los protagonistas del film se ve reflejado en la vida real, dónde, “tenemos todos la espada tan desenvainada, ya queremos todos estar en una inquisición, buscando quién se equivocó, a quien castigar o a quien cancelar”. El director piensa que esto puede ser un proceso lógico y natural que puede unirnos como comunidad en un futuro.
La producción y dirección entre los dos países hispanos no ha supuesto ningún problema, aunque si alguna duda inicial, “tenían temor (tanto Netflix) España como México porque decían que son dos públicos que no se hablan, digamos que España y Francia tienen más conexión en términos de lo que consumen en plataformas, y Brasil y México (por otro lado) a pesar de que las lenguas sean distintas”.
Sobre los beneficios que la participación de un equipo mexicano en una coproducción como esta, radica, como apunta Fernando Frías en “la cuestión Latina, generalizando, puede ser más informal, pero tiene la latitud para improvisar de alguna manera, o para dar volantazos”.
Una coproducción entre México y España que muestra que la unión de ideas y culturas puede dar muy buenos resultados y sobre todo, un golpe de aire fresco a la forma de realizar películas.
El 22 de noviembre será el estreno en Netflix, con pases en salas de cines unos días antes, desde este fin de semana.
