‘Gran conmoción’ en el mundo político causó la renuncia de Clara López al Polo. “¿Por qué, Dios mío, por qué?” Gritaba el chofer de la doña. “Y ahora, ¿qué será de nosotros?” Dijo su esposo. Y muchas mujeres, bueno, muchas no, algunas, se sintieron desilusionadas porque esperaban que fuera ella la primera dama de la historia en ser Presidenta de Colombia. Así que el sueño femíneo de una mujer en el Solio de Bolívar ya no será. Porque no nos digamos mentiras, las otras posibles candidatas a la presidencia no dan la talla. Marta Lucía Ramírez no cuenta con el respaldo total del partido Conservador, además, su empeño de lamberle tanto a Uribe la está haciendo ver como una persona sin carácter; Nohemí Sanín, que durante décadas vivió a la gorra del erario ya no suena ni truena; Ingrid Betancourt, al querer demandar al Estado por el asunto de su secuestro perdió puntos con la opinión pública; Claudia López es frentera y no tiene rabo de paja, es más, ni siquiera tiene rabo, pero su condición sexual en un país tan hiper-archi-mega-requetecontra conservador y de doble moral como este, la condena, y Aída Avella, ¿quién es Aída Avella?
Bueno, a no ser que la mujer que en estos momentos está sacando la cara por el país decida lanzarse. Sí, señores, estoy hablando de nada más y nada menos que de Esperanza Gómez, la actriz porno. Ella, al lado de Mariana Pajón y Caterine Ibargüen es la mujer que más y mejor nos está representando. Y tiene todos los atributos que se le podrían exigir a un presidente de la república. Es valiente, muy valiente, basta no más con mirar el tamaño de los miembros de sus compañeros de set. Sabe planificar: en sus películas no improvisa, lo tiene todo planeado: “Ponme así”, “Ponme asá”, “Suavecito por ahí, que me duele un poco”. Tiene don de mando: “Baja”, “Sube”, “Más, más”, “Vente ya”.
Yo no he hablado con Esperanza, pero creo que la idea de ser la primera mandataria de la nación no le disgustaría. Es más, hasta me imagino su gabinete, que sería de lujo, e incluyente. Por ejemplo, en el Ministerio de Comercio Esperanza nombraría a Natalia París, a la que todo el mundo acusa de bruta pero tiene más billete que todos sus críticos, pues es una gran negociante de productos de belleza; el de Defensa se lo dejaría a un pésimo defensa, Stefan Medina, y con eso nos libraríamos de que lo llamen a la selección; en Educación nuestra presidenta ubicaría a María Fernanda Cabal, que promovería el programa “Estudien, vagos”; el ministerio del Interior, importante porque es el de la política sería para Andrés Carne de Res, que pregonaría a congresistas y demás “No al chanchullo, sí al chunchullo”; el titular de la cartera de Ambiente no podría ser otro que Norberto; en Cultura quien mejor que doña Gloria, la del vídeo en el metrocable de Medellín; el ministro de Minas (quiebrapatas) sería Timochenko; la de Relaciones (Anales y Vaginales), Amaranta Hank; la de Salud, Amparo Grisales, una señora de la tercera de edad que se ve muy saludable; en Comunicaciones, quien mejor que Barbarita, que aduce que comunicar no es pecado; la cartera de Trabajo sería para Naren Daryanani, que desde que lo pillaron presuntamente robando en Miami no ha vuelto a conseguir camello estable; en Vivienda, Esperancita ubicaría a la hija de Rafael Escalona, Ada Luz, que le prometería a la Nación una casa en el aire para todos; y en Transporte, ubicaría a Uldarico Peña, el amo y señor del transporte en Bogotá.
Sí, sé que muchos pondrían el grito en el cielo y se burlarían de una candidatura y un eventual triunfo de Esperanza. “Sería un salto al vacío”, publicaría en Semana Antonio Caballero. Julito, Arizmendi, Gurisatti, Vicky Dávila y Qué Se Estará Preguntando María Isabel, las vacas sagradas del periodismo, la destrozarían con sus columnas arguyendo que no está preparada. Pero sapos como yo saldríamos en su defensa. Diríamos: por lo menos Esperanza Gómez es una persona que se gana el pan con el sudor de su frente —y de otras partes del cuerpo— y no una corrupta que recibe dineros de Odebrecht o del Cartel de Cali.
Colombianos: por siempre los hombres han gobernado al país y miren cómo lo tienen: nadando en estiércol. Den una vueltica por Chocó, Buenaventura o la Guajira y constaten los horrores a los que son sometidos a diario nuestros connacionales. Además, si están hasta la coronilla de la pelea entre Santos y Uribe piensen que para 2018 el país sí tiene esperanza: Esperanza Gómez.
Ah, y ella tampoco tiene rabo de paja, lo que tiene es un rabote lo más de lindo.