El reciente pacto logrado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con los independentistas catalanes, el partido chavista Podemos y el brazo político de ETA, EH Bildu, para lograr la investidura como presidente de Gobierno de su máximo líder, Pedro Sánchez, hace presagiar un curso político complejo, plagado de incertidumbres e hipotecas y quizá crucial para España. Sánchez ha hecho numerosas concesiones a todos estos grupos para lograr seguir en el cargo de presidente de Gobierno otros cuatro años al coste que sea, incluendo aquí la unidad de España. La integridad territorial del país y la soberanía nacional no quedan garantizadas y son muchos los que piensan que incluso están en peligro a merced de estos pactos con fuerzas de tan dudosa trayectoria que nunca aceptaron la Constitución de 1978.
El PSOE, según varias fuentes, se habría comprometido a que el gobierno independentista catalán organice una consulta de corte secesionista -asunto que hasta ahora era una línea roja que tanto la derecha del Partido Popular como los socialistas habían asegurado que nunca se cruzaría- que garantice a los catalanes su supuesto “derecho a decidir”, algo que atenta claramente contra el orden constitucional español y que deja a millones de españoles al margen de poder opinar sobre esta cuestión tan fundamental para el futuro del país.
También el diario ABC ha informado que para lograr el voto de los nacionalistas vascos -tanto los del Partido Nacionalista Vasco como los proetarras de EH Bidu- el actual ejecutivo de Sánchez planea la retirada de varios centenares de guardias civiles de Navarra para cumplir las exigencias de estos grupos, que siempre han tenido en el punto de mira a la Guardia Civil, una institución que ha cohesionado a España durante dos siglos y un ícono indiscutible de la unidad territorial. Lo que no logró ETA con más de cuatro décadas sembrando el terror en España y segando la vida de casi nueve centenares de españoles, lo van a lograr los nacionalistas vascos con su inaceptable chantaje a Sánchez.
En lo que respecta al ámbito estrictamente económico, la llegada de Podemos al gobierno, un grupo político que ha recibido ayudas financieras de Irán, Venezuela y seguramente de la Bolivia de Evo Morales, preocupa por las primeras medidas ya anunciadas por sus responsables, habiendo generado un clima de absoluta incertidumbre, por no decir miedo en los ambientes financieros. Sus responsables ya han amenazado -no merece otro nombre- con subidas de impuestos para las grandes empresas, ayudas sociales sin ninguna cortapisa, una política de brazos abiertos con respecto a la inmigración, ya de por sí desbordada y descontrolada, y por el anuncio de que van a incumplir las indicaciones de la Unión Europea con respecto al déficit y al gasto público, abocando seguramente al país a una segura crisis económica en una coyuntura ya de por sí desfavorable y que avisora casi segura recesión. Aparte, el legislativo nos aislará de Europa, generará desconfianza en los mercados y provocará seguras turbulencias económicas; no hay nada más sensible que el dinero ante la estupidez congénita de algunos gobernantes.
INICIERTO FUTURO PARA ESPAÑA
El futuro, pese a todo, no es nada halagüeño para el nuevo gobierno de Sánchez. Queda pendiente de sacar adelante todos sus proyectos legislativos con otras fuerzas políticas, en un frágil equilibrio, y el pacto con Podemos apenas le asegura el apoyo de 155 diputados sobre un parlamento de 350, lo que hace prever laboriosas e intrincadas negociaciones para poder ejercer la acción de gobierno o, simplemente, sacar adelante los presupuestos del Estado.
Por tanto, la legislatura se prevé complicada, necesitada de pactos, componendas y acuerdos, que dejarán la labor de gobierno en manos de pequeños grupos con oscuros intereses y que no miran el interés colectivo, y no se deben descartar nuevos adelantos electorales en los próximos meses, algo que desde luego se percibe con horror desde la izquierda porque los sondeos dan un escenario mucho más favorable para la derecha, pero especialmente para la emergente Vox.
Este partido, convertido ahora en la tercera fuerza política del país con más del 15% de los sufragios, duplicó el número de escaños que tenía en el legislativo en las últimas elecciones, pasando de 24 a 52 diputados,y y muy cerca de los cuatro millones de votos -obtuvo algo más de 3,6 millones, exactamente. Si el Partido Popular pretende gobernar España en el futuro, es casi seguro que tendrá que hacerlo con la ayuda de Vox, tal como ya está ocurriendo ahora en numerosos gobiernos locales y regionales, a pesar de los intentos por crear un “cordón sanitario” contra ese partido político.
La izquierda ahora gobernará, pero este gobierno lo tendrá realmente difícil para garantizar la gobernabilidad del país y asegurar la integridad territorial de España, ya que los enemigos declarados del proyecto nacional están ahora cómodamente instalados en el epicentro del poder y en las instituciones. Veremos qué pasa en los próximos meses, el momento es crítico.