Sonia trabaja en la huerta del barrio El Faro. Sonríe fácil, es fuerte y dulce en iguales proporciones. Recuerda que la primera imagen que tuvo del proyecto fue “cuando la máquina vino y de una loma hizo un llano. Eso era un potrero, y ahora véalo, hermoso.”
Nació en Chigorodó y llegó a Medellín en 1996. Vive con sus dos hijos en el mismo barrio al que llegó: El Faro. Nos cuenta que cuando era niña, recuerda que su mamá y sus hermanos hombres sembraban, pero que su hermana y ella no por ser mujeres.
Para ella ha significado una posibilidad de bienestar para su familia “Antes no tenía sino el grano para darles a ellos (sus hijos), pero ahora tengo la cebolla huevo, la puerro, la lechuga, coliflor, brócoli, chócolo. Entonces venimos a la huerta y cosechamos.” Y también una fuente de ingresos y de crecimiento. Va a los mercados a vender la cosecha de productos orgánicos que se produce en el borde de Medellín.
Cuidar la ciudad, la familia y el cuerpo.